Pequeños de Huay-Pix esperan a Santa Claus

Erick Leonardo y sus tres hermanitos de nueve, siete y cinco años, aún tienen la esperanza de recibir regalas esta Navidad.

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El mayor de los niños trabaja vendiendo pescado para ayudarle a su madre con los gastos de la casa; desea una balón o una bicicleta para Navidad, pero también regalos para su hermanos más pequeños. (Harold Alcocer/SIPSE)
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Claudia Martín/SIPSE
CHETUMAL, Q. Roo.- Erick Leonardo tiene 11 años de edad y le siguen tres hermanitos más pequeños, de nueve, siete y cinco años que, al igual que él, tuvieron que superar el abandono paterno hace un lustro.

Su madre, Yesenia López Cocom, se dedica a la pesca de tilapia para mantener a su familia y, en esta Navidad, ofrecerles algo más que lo de siempre: huevitos, frijoles “o café y galletas”, precisa la señora.

Los hermanos López Cocom, viven en la comunidad de Huay-Pix, en una casa prestada, y ninguno ha conocido a Santa Claus. Erick, como el hombre de la casa, cada fin de semana, desde las cuatro de la mañana se embarca con rumbo a Chetumal, jala el cayuco de uno de sus tíos y se aventura en la llamada sabana para tratar de sacar la mayor cantidad de pescado posible, que luego venderá a razón de 25 pesos el kilo en la ciudad, y a 35 pesos en su lugar de origen. Lo que no sale, lo fríen y se lo comen en casa.

El menor entre semana, se las ingenia para seguir estudiando la primaria.

Sus hermanitos todavía aguardan la ilusión de que, en un descuido, Santa los sorprenda con regalos un día, mientras que el jovencito dice estar perdiendo la esperanza.

“A mí nunca me ha traído nada. No sé por qué este año tendría que ser diferente”, comenta y luego se ríe, nervioso.

Pero, a estas alturas, él afirma que lo que más le gustaría es que sus hermanos sí recibieran la visita de Santa Claus y, en una de esas, también se acordara de que alguna vez le pidió un balón o una bicicleta.

“La situación está muy difícil, y aunque me gustaría mucho darles el gusto, aunque fuera a los dos más chicos, pero la verdad es que no se puede. Lo único que queda es pescar más para poder comprar cuando menos un pollito para la Navidad. Aunque sea cocinado en caldo, porque aquí no hay horno, ni luz, ni agua”, dice la madre de 31 años de edad.

Es en estos casos cuando campañas como 24x24 cobran importancia. Seguro habrá cientos o miles de hogares más a donde Santa no se ha parado.

La buena voluntad y la bondad de la gente pudiera hacer la diferencia en muchos de estos lugares la próxima Navidad.

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