|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Hay prólogos que luego son epílogos. Florestán

La transición era, es aún, de terciopelo. El Presidente de la República y el electo se habían reunido dos veces en Palacio Nacional, una de forma inédita con el gabinete que se irá y el que vendrá, y Andrés Manuel López Obrador había declarado ante empresarios regios, el pasado 4 de septiembre, y en otros foros, que a pesar de los problemas obvios, que los hay, se estaba dando una transición en armonía, con estabilidad, sin crisis política ni crisis financiera, incluso mencionó con visión adelantada que no nos está pasando lo que en Argentina, donde la crisis ya se le fue de las manos al presidente Macri al cumplir mil días de gobierno con una devaluación que supera 100 por ciento, como en el México de Luis Echeverría, en 1976 y el de José López Portillo en 1982, con Miguel de la Madrid en 1987-88 y en el relevo Carlos Salinas-Ernesto Zedillo en diciembre de 1994.

Cuando ahora todo corría en esa armonía, el domingo en Tepic, López Obrador se volvió a subir al templete y diagnosticó sorpresivamente la bancarrota del país.

México —dijo— está atravesando una situación económica y social muy difícil, y posiblemente por la situación de bancarrota en que se encuentra el país no podamos cumplir con todo lo que se está demandando, pero sí vamos a cumplir con todo lo que ofrecí en campaña.

Y entiendo una parte del planteamiento: no hay un solo jefe de gobierno en el mundo que pueda cumplir con todas las demandas que le plantean, es imposible, pero sí  responder a las promesas de campaña, hazaña de por sí colosal, en el terreno casi de lo inalcanzable.

Y ayer, en La Paz, insistió, después de calificar de camajanes y prensa fifí a los que criticaron su declaración de bancarrota, digo yo, sin ser camaján ni fifí y teniendo muy claro el mensaje arrollador del 1 de julio que lo llevará a la Presidencia, que para bancarrotas las de 1976, 1982, 1988 y 1994. Que difiero del término, bancarrota, pero no del diagnóstico de pendientes e insuficiencias que tiene el país, sobre todo con los más pobres.

Y que deseo profundamente que en seis años, antes, sea otro el panorama y la realidad de los que menos tienen, que son los más.

RETALES

  1. FÚNEBRE. No puedo creer que el gobierno de Jalisco haya abandonado 300 cadáveres en cajas de tráileres del Instituto de Ciencias Forenses. Esto retrata la explosión de la violencia cuando en el Forense no caben los cuerpos y buscan dónde tirarlos. Son otros 300 desaparecidos más;
  2. CONSULTA. El ingeniero Javier Jiménez Espriú explicó a sus superiores que no dijo lo que dijo sobre la cancelación de la consulta del aeropuerto dependiendo de los estudios. Les dijo que lo sacaron de contexto. ¡Ah shingao…!; y
  3. RECUERDOS. Ayer se cumplieron 50 años de que el presidente Díaz Ordaz ordenara al Ejército que tomara Ciudad Universitaria, donde detuvieron a más de 600 personas. Hoy el rector Enrique Graue ha dado un giro al conflicto actual, al punto de que la asamblea universitaria eliminó de su pliego petitorio su renuncia, lo que descompresiona todo.

Nos vemos mañana, pero en privado

Lo más leído

skeleton





skeleton