Rápidos, furiosos y emotivos: una película que hay que ver
El director James Wan, supo ver las fallas de la malograda “Rápidos y Furiosos 6”.
Por Rafael R. Deustúa
Justin Lin hizo dos cosas bien en la pésima “Rápidos y Furiosos 6”, adelantarnos un combate entre Toretto y Jason “El Transportador” Statham y ceder la silla del director a James Wan, pues el estudio ya quería empezar la secuela. Gracias a la primera daban ganas de ver la siguiente cinta; gracias a la segunda tenemos una buena cinta aún quitando la carga emocional de la muerte de Paul Walker.
Tras enfrentarse a terroristas en Europa, la familia Toretto trata de ajustarse a la cotidianeidad, en particular Brian, llevando a su hijo en minivan en vez de un deportivo. Pero el asesinato de Han en Tokio y un bombazo en su casa les advierten que su pasado los alcanza de nuevo, ésta vez en la forma de un asesino que desea vengar a su hermano.
Acción desquiciada
El director James Wan, quizá por ser un forastero del cine de acción, supo ver qué y cómo falló de la malograda “Rápidos y Furiosos 6” y reinventó la limonada. Otra vez tenemos autos veloces, chicas semidesnudas, tipos rudos y desbordante acción desquiciada aderezada de humor... por parte de un equipo que no se toma en serio a sí mismos.
Lo que le sobra de emotividad a la cinta -por la muerte de Walker- le falta de lógica, como siempre. Sin embargo tenemos una trepidante carrera por escenarios de varios países y en distintas circunstancias, extraordinarias escenas de acción, mucha música y bellezas en bikini, así que es un festín para salirnos felices de la realidad.
Los de siempre, Vin Diesel, Paul Walker (más sus hermanos Caleb y Cody), Michelle Rodríguez, Jordana Brewster, Tyrese Gibson, Ludacris y Dwayne Johnson, ofrecen su nivel de actuación habitual, pero la gran dirección y algunos buenos momentos los hacen lucir. Como villano Jason Statham da su bien conocido rol de tipo duro y tiene dos buenas peleas con Diesel y Johnson -con la cámara algo acelerada para verse dinámicos a sus cuarentaytantos. Kurt Russell sorprende por estar vivo.
Los efectos para insertar a Walker son muy buenos en unos momentos, pero demasiado obvios cuando usan dobles de cuerpo. En cuanto a la acción, es grandioso el trabajo que presentan, tanto en lo visual como en el audio. La edición nos atrapa y nos lleva en una montaña rusa en las más de dos horas de cinta.