Extremistas en el mundo libre: paradoja

El 14 de julio de 1789 los franceses se levantaron en armas en contra de la opresión y enarbolaron la bandera de la libertad y de un mundo girando en torno al ser humano...

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El 14 de julio de 1789 los franceses se levantaron en armas en contra de la opresión y enarbolaron la bandera de la libertad y de un mundo girando en torno al ser humano.

Promulgaron los derechos elementales del hombre y bajo el grito de “libertad, fraternidad e igualdad” le cortaron la cabeza al abúlico y descarado de Luis XVI. Luego de eso han tenido muchas idas y venidas, pero el respeto a la libertad siempre ha sido su lema.

El fervor que arde en los corazones de quienes escuchamos la apasionada Marsellesa como el canto al esfuerzo por la humanidad se transforma en odio al ver los atentados terroristas en contra de ciudadanos comunes en París llevados a cabo por extremistas.

En medio de todo esto hay datos muy curiosos; en Francia ya hay más de dos mil mezquitas establecidas y completamente legales.

Estas mezquitas fueron erigidas por fieles que compraron terrenos, contrataron obreros y recibieron servicios municipales para practicar su fe en medio de la más absoluta libertad.
Los musulmanes que asisten a esas mezquitas reciben ayuda del estado francés, seguridad social, y sus hijos, educación laica y gratuita. Les repito el número: dos mil mezquitas. Si hoy en día uno se le ocurre poner un oxidado clavo en una pared en la calle y colgar un crucifijo en Irán, Libia y otros tantos… será inmediatamente ejecutado.

La libertad de expresión, un derecho inalienable

Para colmo, los occidentales tenemos que vivir con temor de ejercer hasta nuestra libertad de expresión pues los que acá viven con nuestra libertad nos van a ametrallar.

El fanatismo es un flagelo que no puede ser combatido con la razón ni con la cordura.
Francia cometió el error de descuidarse de los que no te puedes descuidar, resulta que ante nuestras bondadosas leyes no islamistas, un terrorista que no haga nada por el momento
pues es simplemente un ciudadano estúpido, pero no peligroso y no hay leyes contra la estupidez.

Así que se voltearon y pasó lo que pasó.
Europa y todos los occidentales hemos pecado de ingenuos y de despistados, cada persona que emigre a un país de esa religión debe ser monitoreada y supervisada, al menos, lo que se diga en las mezquitas debe ser escuchado y vigilado. Todos tienen líderes y sus sacerdotes son los principales sospechosos.

Ellos inventaron la intolerancia y nos matan con ella, no los matemos, pero basta ya de tolerarlos.

No hay por qué recibir con los brazos abiertos a los que huyen de lugares donde no nos toleran y luego soportar que tampoco nos toleren en nuestra casa.

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