Abandonan a comunidades viables en ecoturismo

Los pobladores mencionan que las únicas veces que son apoyados es en temporadas de campañas electorales.

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Los habitantes de las comunidades preservan sus tradiciones. (Redacción/SIPSE)
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Esmeralda Espinoza/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- La viabilidad para realizar proyectos de turismo rural en beneficio de al menos nueve mil habitantes en más de 25 comunidades indígenas identificadas por asociaciones e instituciones académicas, localizadas en los municipios de Felipe Carrillo Puerto, José María Morelos y Lázaro Cárdenas, ha sido ignorada por los distintos órdenes de gobierno que sólo implementan programas de corto plazo que al poco tiempo desaparecen; en cambio asociaciones civiles, universitarios y expertos en ecoturismo de países como Francia y España son los únicos en voltear la mirada a sus necesidades y potenciar sus habilidades.

Desde que llegó el desarrollo a Quintana Roo, los pobladores indígenas tuvieron que adaptarse al nuevo modelo de urbanización ya que anteriormente para salir a otras comunidades a realizar determinada actividad, utilizaban sus caballos, en cambio ahora pagan transporte, además cubrir viáticos que generan los viajes a las ciudades para comercializar sus productos que anteriormente eran únicamente para consumo propio, explicó José Manuel Cab Hu, promotor cultural y docente de Lengua y Cultura Maya de la Universidad del Caribe.

Originario de la comunidad Francisco I. Madero, ubicada en el corazón de la selva y perteneciente al municipio de Felipe Carrillo Puerto, el catedrático ha seguido de cerca las formas de vida de las comunidades aún después de haber emigrado a Cancún para dedicarse al magisterio con el fin de transmitir parte de su cultura y preservarla.

Reconoció que la urbanización no les deja más opción que buscar alternativas productivas que les proporcionen dinero como lo hizo la población de Señor, donde de manera organizada y sin intervención del gobierno, los pobladores empezaron a movilizarse para ofertar tours para que los viajeros visiten sus cenotes y realicen senderismo.

Gonzalo Merediz Alonso, director ejecutivo de la organización ambiental Amigos de Sian Ka’an, explicó que esta falta de apoyo a las comunidades ha sido identificado en un análisis realizado previo al lanzamiento de un proyecto de ecoturismo en el corazón de la Reserva de Sian Ka’an, en el que reconocieron la existencia de otras 15 iniciativas ecoturísticas que no han logrado aterrizarse por la problemática de siempre: la falta de apoyo, además de lo complicado que resulta para los dirigentes de las comunidades coordinar el transporte de turistas que llegan a Cancún y Playa del Carmen. 

Estas 15 comunidades viables para financiamiento, son de poblaciones en las que resaltan Hodzonot, Yalchén, San Lorenzo, El Naranjal, Señor, Dzulá, Santo Domingo, Sabán, Huay Max, Solferino, La Pantera, Sahcabmucuy, Chanchén Primero y Campamento Hidalgo; cada población con alrededor de 300 y 400 habitantes.  

“Lo que estas comunidades ofrecen es un turismo rural que vendría a diversificar la oferta turística en el estado, sin embargo no se ha logrado mucho avance en este tema”, aseguró Merediz Alonso. 

Brenda Adriana Marín Bolaños, docente de la División de Turismo de la Universidad Tecnológica (UT) Cancún y quien desde hace dos años ha emprendido proyectos de ecoturismo junto con los estudiantes de Técnico Superior Universitario (TSU) en Desarrollo de Productos Alternativos, expresó que en un recorrido por decenas de poblaciones, identificaron a tres comunidades del municipio de Lázaro Cárdenas que cuentan con lo prioritario para ser eco turísticas: Campamento Hidalgo (área de influencia del Área de Protección de Flora y Fauna Otoch Ma'ax Yetel Koh), Nuevo Xcan y El Naranjal.

“En el acercamiento con los pobladores de las tres comunidades, nos aseguran que las únicas veces que reciben apoyo del gobierno es en temporadas de campañas electorales, pero después vuelven a convertirse en fantasmas para realizar proyectos de este tipo”, comentó la docente. 

Dichas comunidades se caracterizan por dedicarse a la actividad agrícola para el autoconsumo, los jóvenes no trabajan ahí, sino que emigran a las ciudades aledañas, pero muchas veces no regresan porque están conscientes de las condiciones de vida a las que deben enfrentarse en sus aldeas. 

En cambio los adultos, ancianos y niños se quedan en los poblados para preservar sus tradiciones y cuidar de sus animales y familias.

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