La violencia de género se agudiza en el mundo y es que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud hay dos formas que se incrementan año con año: la ejercida por la pareja y la violencia sexual, que se constituyen como un grave problema de salud pública y una violación de los derechos humanos de las mujeres.

Las estimaciones mundiales publicadas por la OMS indican que una de cada tres mujeres, es decir un 35%, a nivel global, han sufrido violencia física y/o sexual de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida.

Quintana Roo no se está exento de estas cifras. Datos de la delegación del Consejo para la Defensa de los Derechos Humanos calculan que 6 de cada 10 mujeres ha sufrido algún tipo de violencia en cualquier rango de edad; cifras alarmantes, terriblemente preocupantes; como mujer, la violencia llega física o en silencio.

Pero, ¿qué podemos hacer para combatir estas cifras? Empecemos porque la educación es desde el hogar y la relación familiar que vemos, patrones o acciones que al final se nos hace costumbre o se nos hace parte de lo “normal”, cuando en realidad no nos damos cuenta que estamos en escenarios psicológicos que se pasan a las siguientes generaciones.

Hay mujeres que consideran como algo cotidiano que se les grite o se les golpee y eso no puede ser algo correcto o no puede ser parte de una vida pacífica. Por ello es importante la labor de todos los padres de familia de tener una relación sana, donde se puedan fomentar los valores y sobre todo el respeto.

Si se vive en pareja o se tiene una relación, considero que de la misma manera la persona que recibe una educación basada en el respeto, es precisamente respeto lo que brinda y con ello una situación sana. Además como mujeres u hombres debemos interesarnos por conocer los derechos humanos, con tanto acceso a la información ya no es un pretexto desconocer.

Por otro lado, es importante la labor de muchas instituciones en la prevención de la violencia, son las que ayudan a identificar de forma más precisa si se está en una situación de riesgo, y existen otros organismos que dan el seguimiento psicológico y legal en caso de vivir una situación de violencia.

Los beneficios de vivir sin violencia son muchos: tienes un equilibrio mental y emocional, ganas de disfrutar lo que te gusta, un impulso creativo en todos los sentidos y una esperanza de que la vida es un momento en que se debe disfrutar en paz.

Sigamos apoyando y dándole seguimiento a los programas educativos que promueven estudiar libre de violencia, sigamos motivando a los jóvenes y niños a ser mejores ciudadanos, ya que nos hace mejores en todos los sentidos. Provoquemos un cambio de conciencia y fomentemos los valores. Trabajemos por un país con oportunidades, pero donde siempre prevalezca el respeto.