A dos meses de la rendición del Primer Informe de Gobierno, el gabinete de Carlos Joaquín González permanece inamovible, sin cambios, ceses o enroques, a pesar de que algunos de sus miembros han sido duramente cuestionados por la sociedad y su balance negativo ha dañado la imagen del “gobierno del cambio”.

Por tradición, los informes de gobierno son el punto de control de los mandatarios en turno para realizar los movimientos que consideren pertinentes en su equipo, cosa que no ha sucedido en el gobierno de Carlos Joaquín, a pesar de que circularon mil y una especulaciones sobre inminentes salidas de ciertos funcionarios reprobados.

Aunque algunos se dicen sorprendidos de la paciencia del gobernador para con algunos de sus subalternos, lo cierto es que el estilo de Joaquín González nunca ha sido impulsivo ni irreflexivo, por el contrario, tiende a analizar muy bien el tablero antes de realizar cualquier movimiento, y lo mismo aplica para su círculo de colaboradores.

Desde que tomó posesión, Carlos Joaquín aseguró que los funcionarios de todos los niveles, pero principalmente los del primer círculo, estarían sometidos a una evaluación permanente y quien no diera el ancho sería removido.

Pero hasta el momento ninguno de los funcionarios del máximo nivel ha sido removido, a pesar de que algunos están bajo constante escrutinio público, como el titular de Infraestructura y Transporte, Jorge Portilla Manica; el Oficial Mayor, Manuel Alamilla Ceballos, la secretaria de Educación, Marisol Alamilla Betancourt, y el fallido titular del Deporte, Antonio López Pinzón.

Por la cercanía del cierre de año y el arranque del proceso electoral en el que estarán en juego las once presidencias municipales y diputaciones federales y senadurías, lo más probable es que durante lo que resta de 2017 no haya ningún movimiento trascendental y sea hasta inicios de 2018 cuando el gabinete joaquinista reciba sus primeros ajustes.

De hecho, fue el factor electoral el que podría haber motivado al retraso de los movimientos, ya que se prevé que varios funcionarios renuncien para lanzarse como candidatos o participar en la coordinación de campañas.

Deliberadamente, el gobernador habría retenido los cambios que ya contempla para esta época convulsa, a fin de mantener la mayor estabilidad posible en su administración, por lo que su gabinete puede estar tranquilo al menos hasta el año nuevo.