Excesos de un alcalde
Hay turbias maniobras del presidente Baladez Chi, en el manejo del presupuesto.
Las turbias maniobras de Baladez Chi en el manejo del presupuesto han sido aderezadas por el descaro.
Como presidente municipal de José María Morelos, el priista José Dolores Baladez Chi no se cansa de incurrir en excesos con el nauseabundo aroma de la corrupción, creyendo que su partido reina en la gubernatura. Lo más curioso es que persigue la reelección, como gran parte de los 11 alcaldes.
Las turbias maniobras de Baladez Chi en el manejo del presupuesto han sido aderezadas por el descaro, despreciando la capacidad de reacción de regidores de la talla de Domingo Flota Castillo, dos veces presidente municipal y con el colmillo muy retorcido; pero además están los regidores del partido Encuentro Social, muy agudos e intratables.
Recientemente el alcalde priista intentó dar de baja un lote de vehículos de medio uso comprados este año, y destinados al uso particular. De los detalles de ese lote nada se informó oficialmente porque la rendición de cuentas es materia de discurso, no de la vida real en José María Morelos.
El pago de un millón 370 mil pesos por concepto de “contratación de estudios de consultoría para la realización de estudios y evaluación de proyectos y/o reorientación a obras” es una explicación nebulosa que deja entrever un despilfarro, imperdonable en un municipio maya sediento de inversión en obra social y tan saqueado por alcaldes priistas como Otto Ventura Osorio y Pedro Pérez Díaz, quien por cierto pretende ser de nuevo candidato para darle el tiro de gracia al desangrado municipio maya.
En su propuesta de gastos indirectos para este año, Don “Cheya” Baladez ha destinado 10 mil pesos trimestrales para el mantenimiento de cada camioneta Volkswagen Saveiro, así como 8 mil para cada vehículo Tsuru. Un exceso del señor alcalde que sueña con la reelección.
Comprar un teodolito en 130 mil pesos es otro gasto sospechoso, tomando en cuenta el precio en el mercado. Excesivo y con aroma a latrocinio.
Otros alcaldes que persiguen la reelección no han tenido un comportamiento tan voraz porque saben que sus calificaciones deben ser de excelencia si no quieren ser rechazados por los electores que no perdonan este tipo de faltas.
La “Cheya” Baladez es de los contados priistas que sobrevivieron al cataclismo del cinco de junio de 2016, cuando el PRI fue despedido de la gubernatura y alcaldías como la capitalina de Othón P. Blanco y Solidaridad.