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Las fusiones, separaciones y creaciones de organismos públicos con el propósito de aumentar la eficacia del gobierno estatal no ha servido de mucho, pues a punto de cumplir el medio año de vida ninguno de los nuevos entes puede presumir grandes resultados y la mayoría permanece en el olvido. 

Por uno u otro motivo los institutos recién creados, como el de Cultura y las Artes, el de Juventud, el del Desarrollo del Pueblo Maya y las Comunidades Indígenas y la cacareada Agencia de Proyectos han quedado a deber porque no se ha visto algún resultado ni mejoría en su desempeño. 

En el papel se veía muy prometedora la reorganización de las dependencias gubernamentales que proyectó la ex coordinadora de asesores, Rocío Moreno Mendoza, pero la teoría chocó con la realidad porque la funcionaria no contempló las dificultades presupuestales y administrativas. 

Los nuevos institutos han enfrentado severos problemas desde su nacimiento, operando en números rojos por la cerrazón de mandos medios de la Sefiplan que pusieron diez mil trabas a los proyectos presupuestales y aplicó tremendos recortes, maniatando la operatividad de las dependencias y condenándolas a un papel intrascendente. Pero esa situación adversa no es pretexto para que los nuevos organismos no cumplan con su propósito y se mantengan en la modorra.

El ejemplo más grave del estancamiento se observa en el Instituto para la Cultura y las Artes (ICA), donde su directora Jacqueline Estrada Peña disfruta unas vacaciones perpetuas, pateando elementos valiosos y acentuando la crisis de ese Instituto que chapotea en su imperdonable mediocridad. 

La ex diputada local perredista no tiene un proyecto integral para acercar la cultura a las masas, no hay trabajo en las colonias y escuelas y las casas de cultura mantienen sus actividades a duras penas. Sin duda Jacqueline es la peor titular de la cultura en la corta historia de Quintana Roo, con tiempo a su disposición para hacer más daño, como lo ha demostrado con el irresponsable abandono de la biblioteca pública central chetumaleña Javier Rojo Gómez.

Pero los otros institutos nuevos no cantan mal las rancheras y están dejando mal parado al gobierno estatal que arriesgó mucho en esta apuesta ambiciosa, tan prometedora en el papel. Mucha responsabilidad recae en los titulares de estos nuevos Institutos que no deben fracasar.

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