Temporada de crímenes

Nuestra capital fue conmocionada por una jornada delictiva cuya escalada nos arrebató la tranquilidad el domingo...

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Nuestra capital fue conmocionada por una jornada delictiva cuya escalada nos arrebató la tranquilidad este domingo, por el homicidio de un ex funcionario municipal en su residencia, a espaldas de la sede del PRI local y en la exclusiva colonia Campestre. La víctima: esposo de Karla Blancas Pizaña, ex delegada de Liconsa.

El asesinato ocurrido la tarde del domingo puso en alerta a los chetumaleños, quienes hemos sido impactados con mayor frecuencia por este tipo de crímenes que eran prácticamente ajenos en la década de los 80, pero en forma gradual la delincuencia se ha instalado en nuestra zona sur, inquietando incluso a empresarios y políticos.

Hace dos semanas, cuatro hombres con armas de fuego ingresaron a la vivienda de una dama chetumaleña, a quien golpearon junto con sus hijas y se llevaron cosas de valor. Este sábado, otros delincuentes entraron a una empresa constructora a pleno sol, para llevarse la nómina en efectivo.

Aquí las redes sociales y los grupos de WhatsApp tienen una utilidad enorme, extirpando el rumor y la desinformación que todo lo contaminan.

Precisamente un ex elemento de la policía preventiva sostuvo en un grupo de WhatsApp que padecemos el “efecto cucaracha”, ya que la presencia excesiva de elementos de seguridad –incluidos militares– los ha obligado a abandonar provisionalmente Cancún y Playa del Carmen, y el sitio inmediato e idóneo para ellos es la capital del estado por su alta vulnerabilidad.

Es obligada la reacción de nuestros mandos de seguridad pública estatal y municipal, impulsando una estrategia para hacer frente a los delincuentes que han violado jovencitas en nuestra capital, aprovechando la escasa presencia de policías preventivos y la carencia de cámaras de vigilancia, tan comunes en otros rumbos de la República. Los mandos de seguridad pública en los dos niveles tienen que coordinarse para hacer frente a una oleada delictiva que debe ser frenada a tiempo para que nuestra capital permanezca como un sitio seguro para nuestras familias.

Si el problema del desempleo era el más significativo en Chetumal, la inseguridad por las oleadas delictivas va ganando terreno, causando indignación y mucha preocupación en miles de familias, de ahí la obligada respuesta en materia de seguridad pública, por el bien de todos. Es momento de resolver, sin excusas.

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