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Tras la ejecución de una pareja de policías ministeriales y un menor de ocho meses de edad, las actividades del centro comercial transcurrieron con normalidad. (Archivo/SIPSE).
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Verónica Fajardo/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- Tras la ejecución de una pareja de policías ministeriales y un menor de ocho meses de edad, las actividades del centro comercial transcurrieron con normalidad, con excepción del personal de seguridad privada, que reforzó sus estrategias de vigilancia.

Los restaurantes “La casa de los abuelos” y “Sanborns” realizan sus actividades de manera normal, los comercios de ropa y comida rápida también abrieron; en una zapatería ubicada frente a uno de los restaurantes, las empleadas dijeron que sus compañeras del turno de la tarde presenciaron los hechos violentos y aún están muy asustadas.

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Después de la triple ejecución, las autoridades policiacas no permitieron la salida de los autos que estaban en el estacionamiento subterráneo de la plaza comercial. El personal de seguridad contó que después de levantar el cuerpo de uno de los ejecutados y la recolección de las evidencias, las autoridades permitieron el retiro de los vehículos y se limpiaron los rastros de sangre.

Una empleada en una de las “islas” de la plaza afirmó mientras abría su local que “la violencia está incontrolable, pero no podemos vivir con miedo, debemos salir a trabajar y hacer nuestras actividades”.

Una mesera del restaurante de “La casa de los abuelos” contó que su compañera del turno de la tarde le relató que sólo escucharon los disparos y todos se tiraron al suelo debajo de las mesas, y los padres que tenían a sus hijos en el área de juegos, corrieron para cubrirlos.

En tanto, en la sede de la Fiscalía General del Estado en la zona norte, los empleados estaban consternados por la ejecución de sus compañeros. J.C. tenía más de 20 años de servicio, su esposa también era policía ministerial.

La pareja disfrutaba del día de su descanso junto con el menor de ocho meses cuando fueron ejecutados en las instalaciones de la Gran Plaza.

Al mediodía de ayer, las oficinas de la Fiscalía estaban cerradas, sólo el personal operativo estaba en servicio, todos vestían de negro. No había comentarios, solo silencio. Una mujer que vestía uniforme de policía ministerial caminaba y le decía llorosa a otro compañero “no puedo creerlo ¿porque a ellos?”.

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