Concretando el plan que inició desde el año pasado para adueñarse del Partido Encuentro Social (PES), finalmente la semana pasada el ex alcalde de Cancún, Gregorio Sánchez Martínez, recibió formalmente la estafeta de la dirigencia estatal que hasta el mes pasado estaba en las manos del diputado chetumaleño Carlos Mario Villanueva Tenorio, hijo del ex gobernador Mario Villanueva Madrid.

Desde su ingreso al PES a principios del año pasado, el polémico Greg Sánchez mostró sus cartas al adueñarse de las candidaturas en el norte del estado e intentar hacerse de la primera posición plurinominal para su esposa, Niurka Sáliva, lo que finalmente no logró por la férrea oposición de Carlos Mario Villanueva, quien tenía “mano” para ocupar la posición.

Tras ese encontronazo, la relación entre Carlos Mario como líder del partido y Greg Sánchez se tornó áspera, pero con más colmillo y recursos políticos el ex alcalde cancunense impuso su ley, haciéndose del control de la franquicia del partido y relegando al chetumaleño a segunda posición cuando menos.

Para rematar, Sánchez Martínez, quien ha encontrado un fabuloso nicho de negocios en los partidos de la “chiquillada” a los que utiliza como proveedores de servicios electorales al mejor postor a cambio de lucrativas ganancias en metálico o en posiciones de poder, está impulsando el nacimiento de dos partidos políticos estatales que también estarían a su servicio.

Con Greg Sánchez al frente, se van por el drenaje las posibilidades de capitalizar nuevas posiciones de parte de Carlos Mario Villanueva y su equipo cercano, por lo que es probable que el diputado chetumaleño decida empacar sus maletas y buscar un nuevo destino incluso antes de terminar su cargo como legislador.

 

                                                  Exprimen la costera de Bacalar

 

Los propietarios de terrenos y casas ubicados en la costera de Bacalar están en la mira del Ayuntamiento del décimo municipio y de la Apiqroo, quienes ya alistan el cobro de impuestos por uso y goce de Zona Federal Marítimo Terrestre (Zofemat) y por construcción de muelles, respectivamente.

Ambos impuestos están establecidos en la ley, pero los propietarios pegaron el grito en el cielo porque por décadas estuvieron libres del pago de gravámenes, pues a muchos les “perdonaban” hasta el predial.

Pero las autoridades municipales y de la Apiqroo ya hicieron los cálculos de recaudación, y están decididos a exprimir la lujosa franja aplicando aquella máxima de “el que quiera azul celeste -y de siete tonalidades- que le cueste”.