Huracán Wilma cambió la historia de Cozumel
Gustavo ortega Joaquín, quien fuera presidente municipal en 2005 cuando el huracán azotó la isla y Cancún, compartió su experiencia ante la adversidad.
El huracán Wilma cambió la historia de Cozumel, pero también me cambió a nivel personal y profesional, pues supe que una adversidad como esa se puede enfrentar con una buena planeación y rodeándote de personas con más experiencia.
Así resumió Gustavo Antonio Miguel Ortega Joaquín su experiencia de vida como gobernante y habitante de una isla, en el que fue uno de los huracanes más destructivos de la historia de México.
El meteoro se mantuvo sobre la isla desde el 21 hasta el 24 de octubre provocando el colapso y destrucción de toda la infraestructura portuaria, hotelera y de servicios públicos.
En conversación telefónica, el presidente municipal del período 2005-2008 manifestó que personalmente lo que más le preocupaba era que la gente no tendría dinero para comprar comida, una vez terminadas sus reservas que eran apenas para una semana.
“Había que restablecer la economía y la actividad turística, lo cual se logró con el apoyo del gobierno federal”, puntualizó. Los medios de comunicación a nivel nacional e internacional hablaron poco sobre Cozumel y las noticias que se dieron eran distorsionadas. Una de ellas fue que había desaparecido.
Todo el peso informativo se centraba en Cancún, considerado la joya de la corona del turismo en México.
El ex gobernante, hoy retirado de la política y de lleno sumido en el mundo empresarial, recordó que se encontraba en España en una gira de trabajo para conocer tecnología referente a la disposición de desechos, por lo que debió apresurar su vuelta a Cozumel.
Al llegar recibió la información de que el meteoro se desplazaba directamente y en ruta a la isla, sin posibilidad de que se desviara. Sin embargo, asegura que con la experiencia adquirida con el huracán Emily a mediados del mes de julio, se pudo hacer frente de mejor manera al fenómeno meteorológico, aunque confesó que nadie imaginaba su fuerza y dimensión.
“Emily fue un ensayo que nos permitió saber qué funcionó y qué no”, añadió.
A 18 años de esos días aciagos confiesa que pidió consejo a las personas con experiencia en los impactos de los huracanes como expresidentes municipales y al difunto cronista Velio Vivas Valdés. La preparación es tan importante como el después del paso de un huracán y bajo esa premisa me concentré en trabajar con todo mi equipo y aprovechamos la cultura de huracán que hay en la ínsula, explicó.
Otro aspecto que cuido fue la comunicación, lo que logró gracias a que la vivienda en la que pasó la tormenta no perdió comunicación vía telefónica.
“La comunicación y la credibilidad de la información que se difunde es importante, sumamente importante”, enfatizó para después relatar que con esa línea telefónica despejó dudas y aclaró rumores sobre la situación de la ínsula al interior del país y el extranjero.
Al cuestionarlo sobre el haber sentido miedo por la responsabilidad, respondió: Teníamos dos opciones (…) o lo sacamos adelante o lo sacamos.
Era primordial, prioritaria la reactivación de la economía y lo servicios básicos, lo que se logró gracias al apoyo del gobierno federal en un tiempo récord. Vicente Fox Quesada era entonces presidente de México.
El panorama no era bueno pues las compañías navieras de cruceros le anunciaron que volverían a Cozumel en meses y les tomaría entre uno y dos años volver a poner operativos los muelles en los que atracaban las embarcaciones.
Uno de los muelles fue destruido completamente y los dos restantes presentaban daños estructurales que se evaluaron en ese entonces en un mínimo de 50 millones de dólares. Sin embargo, de manera inmediata después de la afectación meteorológica, prácticamente toda la ciudadanía, en coordinación con las autoridades de los tres niveles de gobierno, hicieron trabajos de limpieza y reconstrucción del destino logrando.
Tres semanas después del impacto, un crucero de la Royal Caribbean International llegó a Cozumel. Mediante la modalidad de fondeo, las llegadas se mantuvieron hasta el 2006 cuando concluyó la reparación de las terminales portuarias.
Los daños fueron tan grandes que no alcanzamos calcular cuánto dinero se perdió. Nos concentramos en estar listos para recibir cruceros, concluyó Gustavo Ortega.