"Jóvenes Construyendo el Futuro" fracasa en Quintana Roo
El emblemático programa de AMLO no llama la atención de la juventud.
Los jóvenes de Quintana Roo han mostrado poco interés en ingresar al programa de bienestar social Jóvenes Construyendo el Futuro, pues aún con la crisis hay más de 21 mil vacantes que no han sido ocupadas.
De acuerdo con datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, en la entidad hay ocho mil 138 becarios de este programa, y más del doble de lugares sin ocupar, 21 mil 572.
Jóvenes Construyendo el Futuro es un programa que vincula a personas de entre 18 y 29 años de edad, que no estudian y no trabajan, con empresas, talleres, instituciones o negocios donde desarrollan o fortalecen sus competencias técnicas para incrementar sus posibilidades de encontrar un empleo en el futuro, indica la descripción de la STPS.
Taquerías, restaurantes, cafeterías, papelerías, hoteles, carpinterías, fundaciones o hasta tiendas de ropa son algunos de los comercios inscritos en el padrón de empresas que requieren personal de este programa, que no tiene ningún costo para el negocio.
Según los lineamientos del programa, durante la capacitación, hasta por un año, los jóvenes reciben un apoyo mensual de tres mil 748 pesos y un seguro médico contra enfermedades, maternidad y riesgos de trabajo.
Mujeres construyen el futuro
En Quintana Roo, según los datos de la plataforma del programa, el 59 por ciento de los beneficiarios son mujeres y el 41 por ciento hombres.
La mayoría de los aprendices tiene educación preparatoria terminada y tienen entre 19 y 24 años. Sin embargo también hay 945 con licenciatura terminada y 13 con posgrados concluidos.
La semana pasada el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) advirtió que éste, uno de los programas prioritarias de Andrés Manuel López Obrador, no tiene una estrategia definida, no cuenta con planes a mediano y largo plazo, no hay estudios o evaluaciones sobre su funcionamiento e, incluso, su organigrama es de reciente creación.
Asimismo, refiere que los beneficiarios con incipiente escolaridad asentados en zonas rurales y hablantes de lengua indígena no acceden a mucha información difundida por el programa, o dependen de que un tercero tenga la disposición de informarles o asistirlos con alguna gestión, por lo que se ven mermados sus objetivos.