Julian Assange y el derecho a la información
“¿Hasta dónde debemos practicar las verdades?” S.R
“¿Hasta dónde debemos practicar las verdades?” S.R
El caso de Julian Assange reactiva de nuevo el debate social debido a que en días recientes La Corte de Reino Unido autorizó la posibilidad de extradición a Estados Unidos del activista e informático que, desde hace dos años se encuentra preso en la cárcel de alta seguridad de Belmarsh, en Londres, acusado de violar la ley de espionaje e intrusión informática luego de que hubo difundido a través de su sitio web WikiLeaks en 2010 cientos de documentos secretos de los abusos cometidos por las fuerzas armadas de Estados Unidos en las guerras de Iraq y Afganistán, además de exponer violaciones de Derechos Humanos perpetrados en varios países del mundo.
De ser extraditado Assange podría ser condenado hasta 175 años de prisión, el riesgo de enviarlo a una cárcel estadounidense implica un peligro para su integridad física, ya que como bien lo expresó su prometida y colaboradora de su equipo legal Stella Moris.
“¿Cómo pueden aceptar la extradición a un país que conspiró para matar a Julian?
Un país que planeó matar a alguien por lo que publicó.
Esto va contra las normas básicas de la libertad de prensa y la democracia”. Sin lugar a dudas la persecución de Assange es una condena a la libertad de expresión, pero sobre todo deja al descubierto la fragilidad del sistema estadounidense que niega su máxima “democracia y libertad”.
Asimismo la voluntad implacable del periodista australiano refuerza el compromiso con la verdad, en donde el ejercicio ético no está sujeto ni a manipulaciones ni intereses, y es precisamente este actuar que hace preocupar al vecino del norte, que si algo podemos ahora comprender es la manipulación mediática que hace a través de los medios de comunicación para realizar campañas de calumnias y guerras cibernéticas, recordemos que hace algunos meses se expuso la verdad sobre todo el aparato informático vinculado a la CIA para gestionar provocaciones y desestabilizar a la sociedad cubana con la utilización de sujetos contrarrevolucionarios financiados por Estados Unidos, mostrando una vez más la política hostil que son capaces de llevar a cabo sin el menor remordimiento de los daños que pudiera ocasionar.
Vivimos un momento clave en donde la presencia y control que ha ejercido este país alrededor del mundo pone en entredicho su buena voluntad si es que acaso alguna vez tuvo la intención, la exposición del material clasificado lejos de centrar la atención sobre estos crímenes de guerra de los cuales nada se ha explicado ni nadie se ha atrevido a continuar la exhaustiva investigación canaliza la mirada hacía el acusador, quedando como único recurso por parte de las fuerzas represivas de Estados Unidos perseguirlo hasta el agotamiento, y eso es precisamente lo que ha ocurrido.
En octubre de este año Assange sufrió un derrame cerebral dejándolo con daños severos, también aunado al encierro su salud mental se ha deteriorado por lo que la exigencia a otorgarle su libertad se vuelve urgente e irremplazable, por lo pronto solo nos queda defender a Julian ya que hacerlo es bogar por el derecho a la información y la libertad de expresión.