Libertad de expresión en redes sociales

Es usual pensar que privacidad y libertad de expresión están en extremos de algunas tensiones...

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Es usual pensar que privacidad y libertad de expresión están en extremos de algunas tensiones, pero más de una vez debemos reflexionar sobre cuánto depende la una de la otra y cómo a veces la tensión es de otro tipo. La constitución establece dos Derechos Humanos: la libertad de pensamiento y la libertad de expresión. Ésta última tiene límites normativos previstos en la propia Constitución: no atacar la moral, los derechos de terceros, ni la vida privada de las personas.

Sin embargo, hoy en día el manejo de la libertad de expresión a través del Internet ha llevado a muchos a extremos de la vulgaridad para defender algo o alguien o simplemente con un clic inventan historias para denostar o agredir, eso en lo particular no es libertad de expresión.

Esa libertad es un pilar fundamental para todo Estado Democrático de Derecho. Fortalece la participación ciudadana en asuntos de interés particular o colectivo, e implica un baluarte frente a la rendición de cuentas que todo gobierno tiene, por deber, que cumplir. Con o sin crítica, toda opinión debe ir presagiada de una clara intención de contribuir en la reflexión de pensamiento de las personas hacia quienes va dirigida, procurando motivar a las masas a analizar el tema expuesto y a orientar su perspectiva.

La opinión, sin lugar a dudas, debe ser ejercida dentro de un marco de responsabilidad, pues quien en sus manos tiene la manifestación de sus pensamientos debe tener claridad de las eventuales consecuencias que, por afectación a la moral, el orden público o a terceros, se puedan generar.

Con la preferencia en el uso de las redes sociales, las personas han encontrado un refugio perfecto para hacer valer sus opiniones, casi en forma instantánea. Esos medios de comunicación presentan muchos beneficios, pero a su vez riesgos. Es interesante ver los distintos enfoques que se manejan respecto a las Redes Sociales, entendiendo como tal el concepto acuñado a partir de nuestra generación de jóvenes y los ya no tan jóvenes que nos hemos incorporado, por gusto, necesidad o ambas, a ese fenómeno que nos ha otorgado una libertad de la que hemos abusado, convirtiendo éstas en un alarde de libertinaje tal que cualquiera escribe, difunde y más, y algunos todavía las catalogan como el claro ejemplo del llamado “periodismo ciudadano”.

Dice aquel refrán “zapatero a tus zapatos”, y sería lo más lógico, aun cuando hay en el medio periodístico personas con otra formación académica o sin ella, es decir, empíricos, que ejercen el periodismo de diversas formas, buenas y malas, criticables y adecuadas. Cada quien habla de estas formas y personajes de acuerdo como le va en el trato que recibe, sin embargo, es preciso entender que el participar en una Red Social no nos da autorización para poder difamar a la gente. Las redes sociales son espacios de interacción y de acceso gratuito donde los usuarios se expresan con referencia a temas que afectan a la población.

Los mensajes no siempre guardan el debido respeto y las normas de urbanidad, algunos usuarios insultan, ironizan, se burlan de personalidades del ámbito público, como ocurre en el caso de nuestro país con nuestros gobernantes, que son el blanco de las críticas, pero motivados por sus declaraciones en los medios de comunicación. Esas declaraciones o dislates de las autoridades originan una reacción negativa en el público que provoca molestia y las redes sociales son espacios donde manifiestan su posición, son expresiones de rabia, impotencia.

Pero muchas personas al encontrarse “protegidas” por una pantalla de computadora o celular se sienten más envalentonadas para manifestar lo que piensan y en muchos casos se permiten insultar o, incluso, levantar falsos en contra de terceros que pueden repercutir en su honorabilidad y reputación. Ningún derecho o libertad tienen un carácter absoluto en cuanto a su ejercicio. Es una máxima que se conoce, principalmente, en el mundo del Derecho, y que se traduce, coloquialmente, en que el hecho de gozar de ese derecho o libertad no me legitima para hacer lo que me plazca frente a los demás.

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