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Como si actores le hicieran falta a la “democracia nacional”, a finales del mes que inicia el Instituto Electoral de Quintana Roo (Ieqroo) sesionará para otorgar el registro a dos partidos políticos locales, con lo cual, para el proceso electoral 2019, en el que se renovará el Congreso estatal contenderán once fuerzas políticas para integrar la XVI Legislatura, que concluirá junto con el gobierno de Carlos Joaquín González.

Además, marzo es un mes fundamental para los procesos electorales ya en marcha, pues a mediados de este mes deberán quedar registrados ante el Instituto Nacional Electoral (INE) y el mismo Ieqroo los candidatos que contenderán por las cuatro diputaciones federales y las senadurías, así como las once alcaldías locales, respectivamente.

Dos serán los nuevos partidos, pero ambos nacen con el impulso de grupos de poder ya existentes: Confianza por Quintana Roo, cuyo mote lo dice todo, pues se le señala como el “partido joaquinista”, por tener la organización e impulso del ex jefe de Despacho y actual candidato a la diputación por el primer distrito federal, Miguel Ramón Martín Azueta; y que en sus inicios proyecta contar con más de ocho mil afiliados, lo que en automático lo convertirá en la segunda fuerza partidista estatal, sólo por debajo del añejo PRI. Su coordinador estatal es Alfredo Caamal Huchim.

El otro partido que obtendrá a finales de marzo el registro, para contender en 2019, será el llamado Movimiento Alterno de Renovación (MAR), cuyo coordinador estatal es  Raúl Castillejos de la Torre, pero que tiene como base de constitución el grupo político de Salvador Ramos Bustamante y su familia, entre ellos su hijo Emiliano, actual diputado local y aspirante a la candidatura del PRD en Benito Juárez.

Por lo anterior es que las complicaciones y rupturas existentes entre los partidos políticos que ya contienden en el proceso federal y el estatal deben analizarse a la luz del surgimiento de las nuevas fuerzas políticas, pues muchos de los que ahora “empujan” por obtener candidaturas parecen ir con todo, a riesgo de desbarrancar las coaliciones y generar “el principio del fin” en muchos de esos institutos tradicionales, con miras a emerger políticamente a partir de 2019, en las filas de los nuevos partidos que serán aprobados este mes.

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