Legislatura, gobernabilidad sin adjetivos

La XVI legislatura quintanarroense tomará protesta el próximo tres de septiembre...

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La XVI legislatura quintanarroense tomará protesta el próximo tres de septiembre, con una obligación mayor que la que tuvo la alternancia en 2016, pues en ese entonces se prometió un cambio en la forma de gobernar y los legisladores prometieron ser la mejor legislatura en la historia local; pero para los próximos años la “cuarta transformación republicana” tendrá que demostrar que no sólo tienen que cambiarse las formas y las promesas, sino también los resultados en favor de la ciudadanía, y es ahí donde estriba la complicación.

¿Por qué complicado? ¿Acaso no ha notado el lector cómo la promesa presidencial no se ha reflejado necesariamente en acciones de gobierno específicas? más allá de plausibles aciertos en temas como el robo de gasolina, la realidad nacional muestra la misma dinámica que gobiernos anteriores.

Recuérdese que incluso la promesa de reducir el sueldo a la alta burocracia ha sido legalmente inviable de aplicar en instituciones específicas, que la gasolina no baja –bajará, dijo el mandatario, pero hay que tener paciencia-; y apenas en la semana que corre, el Instituto Municipal para la Economía Social en el municipio Othón P. Blanco (cuyo gobierno es de Morena) lanzó un fuerte reclamo, al señalar que el sur estatal quedó olvidado de la cuarta transformación.

Luego entonces, la XVI Legislatura deberá prometer menos y cumplir más, será la primera sin Gran Comisión, la designación del presidente de su Junta de Coordinación Política (Jucopo) deberá ser producto del consenso y la designación de sus órganos administrativos del análisis de perfiles profesionales, ¿o seguiremos con el cuotismo político que permite la repartición de botín presupuestal entre los triunfadores en las urnas y la entrega de prebendas a los que se alíen para poder construir mayoría absoluta? Pues entonces no habrá cambio real, ¿no lo cree? Parece un escenario lejano, pero esos triunfadores ya comenzaron a enfrentarse para hacerse del control del Legislativo.

En las siguientes semanas arreciarán y se volverán públicas las riñas, vendrán de nuevo las acusaciones entre “verdaderos morenistas” y los de “ocasión”, señalando su entreguismo al régimen local y la promesa de justicia real si el control lo obtienen las fracciones verdaderamente opositoras; pero para comenzar ¿ya saben los legisladores de Morena que deben entregar la mitad de su dieta, por reglamento partidista? ¿A quién se lo entregarán? ¿Qué se hará con el dinero? ¿Cuáles son los temas que atenderán en lo inmediato? ¿Qué criterios utilizarán para la revisión del tercer informe de gobierno que les tocará recibir del gobernador Carlos Joaquín González? ¿Ya tienen alguna idea de qué funcionarios serán llamados a comparecer? Parece muy adelantado, pero estamos a menos de tres meses de que esto ocurra.

Entonces, la XVI legislatura tiene un ineludible responsabilidad en la construcción de gobernabilidad, pero también en la entrega de resultados al elector que confió en que sus diputados serán mejores –ahora sí.- La ciudadanía mostró su hartazgo en las urnas y el riesgo de perder el poder en 2021 es real (en ese año se renovarán los once ayuntamientos locales).

Gobernabilidad sí, sin adjetivos como “simulada” o “cómplice”. La revisión a las cuentas es obligada, pero más la clarificación sobre la administración de los presupuestos, que han valido a lo largo de los años señalamientos directos sobre actores políticos.

En síntesis ¿qué tal si comenzamos por exigir que, quien pretenda encabezar la Jucopo y quien aspire a administrar los dineros del Legislativo, hagan un compromiso público de ajustar cuentas donde se debe? Así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.

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