Informes y encuestas, a dos años

Los actores políticos mexicanos, en su enorme deseo de mantenerse en el ánimo del electorado...

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Los actores políticos mexicanos, en su enorme deseo de mantenerse en el ánimo del electorado, han generado justamente el efecto contrario al buscado, porque las encuestas han perdido todo valor político –que no estadístico…algunas- como los llamados informes de gestión su valía informativa para evaluar las respectivas gestiones de quienes los emiten. Y ahí está el votante de toda la vida, aplaudiendo a los mismos, como en los tiempos de la designación del “tapado” y en la dinámica del acarreo al mitin, sin saber a lo que se acude.

Y a pesar del desprestigio de los ejercicios demoscópicos, conforme se acercan los tiempos electorales lo primero que surgen son las encuestas que colocan a uno u otro –de acuerdo a quien contrata, faltaba más- en mejor o peor posición con respecto a alguna candidatura o triunfo en las urnas. Lo mismo pasa con los informes de gestión, más que una presentación de cifras y hechos concretos, los emisores hablan de un futuro promisorio y un compromiso con las causas de los menos afortunados, prometen erradicar la pobreza, cuando en la mayoría de los casos es justamente esa condición la que hace a las personas acudir a aplaudirles en tan concurridos eventos.

Ahora bien, existe además una dinámica establecida entre el elector medianamente informado y el político contemporáneo formado a medias –no lee, se aprende las viejas formas y asume hasta la entonación de su líder, la labor principal de sus asesores es reforzar sus creencias-, que es la de “yo hago como que te creo y tú haces como que me ayudas”; y en esa relación han surgido cualquier cantidad de actores y partidos que han forjado la realidad actual, y en esa circunstancia nos encontramos a un Quintana Roo que está poco más de un año de elegir alcaldes y diputados federales y locales, y a dos de un nuevo gobernador.

Quienes aspiran a un nuevo espacio han desplegado desde ahora sus estrategias –como las ya mencionadas- ante un elector que conoce las intenciones, sabe que el abrazo no es sincero, que la promesa no es real, que el apoyo busca lealtades coyunturales, que los aliados y enemigos son circunstanciales en tanto se obtiene el poder y que la oferta de hacer justicia; pero no se ocupa de conocer de capacidades reales y acciones concretas, sino de discursos y acciones que le permitan unirse al futuro gobernante: “vamos con este/a que es el/la bueno/a”; simulaciones todas.

Luego entonces ¿para qué sirven en realidad las encuestas e informes? ¿Cuál es el verdadero impacto, más allá del inmediato? Bueno, pueden servir para mucho, dependiendo el receptor. Para los interesados en “la cosa pública”, las mediciones e informes permiten evaluar de manera cualitativa la gestión, para los adversarios, los pone en alerta sobre la competencia iniciada, para los apoyadores, para mostrarse cercanos en caso de que su líder obtenga el apoyo…y para el elector de a pie, para aquel que acude “invitado y trasladado”, las encuestas pueden no servir de mucho, pero los informes sirven para la diversión y alimentación del día; no más.

Por último, faltando dos años para la contienda estatal, o poco más de uno para las municipales, el debate mediático para el denuesto o alabo servirán acaso para intentar encaminar o descarrilar las aspiraciones de algún contendiente, pero a los medios nos alcanza la responsabilidad de plasmar lo que ocurre, sólo eso, lo demás es adherirse a alguna corriente con alguna de las intenciones ya plasmadas en esta; la opinión del escribiente, no más, pero tampoco menos; por ello debe analizarse más el fondo que la forma, así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.

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