La apuesta perdida

De la moda, lo que acomoda. La moda dice, yo también; el estilo, sólo yo...

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De la moda, lo que acomoda. La moda dice, yo también; el estilo, sólo yo. Nunca esas sencillas frases populares sobre el mundo de la alta costura encontraron lugar que en la época actual, curiosamente, en nada que ver con el ámbito de las pasarelas, sino con las generaciones digitales.

La semana pasados trajimos a colación a los “xennials”, la micro generación que cronológicamente está entre los “X” y los “millennials”, y que el mundo pareció olvidar en su afán casi fanatizado por entrar en el gusto de estos últimos y desplazar a los anteriores, dejando un nicho de mercado interesante, simplemente porque no están de moda o no representan la idea del futuro que supuestamente es la que está en voga. Es esta tendencia al rechazo lo que, al menos para quien esto escribe, da al traste con la innovación misma.

Hoy el mundo del consumo tiene los ojos puestos en los jóvenes “millennials” y para ellos enfocan todas sus campañas, productos y apuestas para el presente inmediato (y mal llamado futuro). El problema con esto es que las mentes detrás de todo eso no pertenecen a esta generación digital, y aunque enfocan bien las campañas y estrategias, al final de cuentas ignoran lo que realmente sienten sobre la imagen de sí mismos y del mundo en el que viven.

Tristemente, considero que a los jóvenes digitales los estamos cansando, sino hartando, con esta manía por hacerlos partícipes y razón de todo cuanto sucede. Si una revista no se vende, es porque no supieron llegarle a “la chaviza”; si el Brexit ganó, es porque los jóvenes no salieron a votar; si Macron es el presidente francés, seguro es porque los “millennials” salieron a rescatar el sueño europeo… a este paso, serán responsables hasta de las raterías de Borge y Duarte, pues representan al “nuevo PRI”.

Parece que nos olvidamos que todo es pasajero, mucho más en el mundo de las redes sociales. Los “millennials” están a sólo unos años del canto del cisne, en menos de cinco años serán adultos y el mundo, las campañas, medios y empresas, se olvidarán de ellos. Prueba de esto es que la próxima generación ya tiene hasta nombre: los “linksters”.

Este grupo social se diferenciará de su predecesor, además su mayor dependencia tecnológica, en la apertura a las ideas, pues literalmente no tendrán prejuicios; y por estar más conscientes sobre los efectos del cambio climático y los errores de sus antecesores por solventar los problemas de índole global.

Serán los nuevos objetos del deseo, lo que hoy son los “millennials”, la meta de todas las campañas publicitarias, relegando a los demás a meros espectadores, si bien les va. Más o menos lo mismo que hoy hacen con la generación “X” y los “Xnnials” al negarles la oportunidad de vivir y disfrutar la tecnología. Todo por una apuesta que de cajón tenemos perdida, porque cuando apenas y logremos entender a los nuevos jóvenes, surgirán sus sucesores, y todo comenzará otra vez.

¿Qué solución podría esgrimir para romper este ciclo? Curiosamente, una tradicional y de una sola palabra: mejorar. Ser mejores, productivos y abiertos a las tendencias, sin echar todos los huevos en una misma canasta. No hablamos de ser dispersos, pero sí de ofrecer un producto de calidad “a la antigua”, cuando literalmente, lo bueno era bueno por ser bueno, no porque se vendiera como algo bueno. Sólo así se puede convencer a más de una generación, especialmente, cuanto estás llegan con tan poco tiempo de diferencia.

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