La caída de Borge

El 5 de junio quedará tatuado para siempre en la mente del ex gobernador Roberto Borge Angulo como un número negro...

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El 5 de junio quedará tatuado para siempre en la mente del ex gobernador Roberto Borge Angulo como un número negro, una fecha cabalística en la que los astros se alinearon para forjar la desgracia de quien cuando estuvo en la cima del poder se sintió intocable y todopoderoso.

El caprichoso ex mandatario priista que hizo de la humillación a sus enemigos políticos un deporte estatal durante su “reinado”, tejió poco a poco la cuerda de su propia horca sin darse cuenta, al vetar por sus pistolas a quien era el aspirante priista mejor posicionado: Carlos Joaquín González.

Esa decisión marcaría el rumbo de su destino. El 5 de junio de 2016, el candidato al que golpeó sin misericordia en la recta final de su mandato, al que obligó a desertar del partido que controlaba con mano de acero y látigo en Quintana Roo, se convirtió en su verdugo electoral propinando al PRI su primera derrota en una contienda por la gubernatura en la historia de Quintana Roo.

Tras superar una furiosa campaña negra desatada en su contra, Carlos Joaquín se convirtió en su sucesor, y sin caer en la tentación de desatar una inmediata cacería de brujas empezó a destapar la cloaca de corrupción del borgismo con denuncias quirúrgicas que fructificaron tras meses de espera.

Un año después de la derrota del PRI en el estado, Roberto Borge Angulo soportó sus primeras horas en el infierno, al ser capturado por agentes de la Interpol en un aeropuerto de Panamá cuando pretendía embarcarse en un vuelo nocturno con rumbo a París.

La caída del “virrey” caribeño se dio solo un par de días después de que filtraran la existencia de una orden de aprehensión en su contra girada por la justicia federal a raíz de las denuncias interpuestas por el gobernador Carlos Joaquín.

Su aprehensión cayó como anillo al dedo para el gobierno de Joaquín González, que tuvo un motivo más para celebrar este 5 de junio como una fecha histórica, pues la detención del ex mandatario era el clavo que faltaba para consolidar la imagen de su gobierno.

El destino de Roberto Borge aún es incierto, aunque todo indica que seguirá los pasos de su homólogo priista Javier Duarte de Ochoa y pasará una buena temporada en prisión, aunque para ello la justicia estatal tendrá que trabajar muy de cerca con la PGR para fundamentar las acusaciones en su contra y demostrar su culpabilidad.

El “borgismo”, está oficialmente muerto y enterrado.

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