La Pascua de la oposición

La Reforma Constitucional en materia eléctrica no pasó. Tras horas de discusiones de muy bajo nivel...

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La Reforma Constitucional en materia eléctrica no pasó. Tras horas de discusiones de muy bajo nivel, en donde ambas partes se lucieron por el uso desmedido de falacias, insultos y argumentos extremadamente simples, Morena no obtuvo los votos necesarios (dos terceras partes de la Cámara Baja) que requiere la Constitución para modificar su texto.

En todo el debate, salvo por dos o tres rarísimas excepciones, jamás se discutió el fondo de la reforma. Los opositores nunca explicaron puntualmente cómo afecta el medio ambiente y qué propuesta concreta tienen para el sector energético del país -pues no basta con decirle no al presidente; eso no es legislar-, ni los oficialistas tampoco pudieron demostrar con pruebas y datos cómo la reforma que planteó AMLO bajaría el precio de la luz para los millones de usuarios mexicanos.

Mucho “Salvemos al planeta”, pero sin propuestas puntuales. Mucho “Iberdrola”, “Por el bien del pueblo” y “Soberanía energética”, pero nada que nos dijera cómo impacta positivamente esta reforma en los bolsillos de los ciudadanos. El debate técnico y jurídico brilló por su ausencia -ojo, en ambos bandos- y el foro lo acapararon las frases comunes y tristes de “traición a la patria”, “vendidos” y “borregos”. Es en verdad penoso cómo la inmensa mayoría de los legisladores -insisto, hay excepciones en todos lados- reciben altísimos sueldos y prestaciones y ellos, a cambio, nos responden con debates de muy bajo nivel, casi como pleito cantinero.

Al final, el presidente y sus seguidores sacaron de la chistera el viejo truco de que ya todo estaba planeado: que la verdadera reforma es la de la Ley Minera, la del litio, y que lo del domingo fue solamente una estrategia para demostrar lo “corruptos y traidores” que son los opositores. Ahora resulta que todo es un plan trazado, todo responde a la voluntad de él y que lo hace por el bien común. Muy religioso el asunto. De todos modos, y solamente concediendo por ocioso que así fue, el supuesto “plan” de AMLO carece de sentido.

Los seguidores de Morena ya consideraban a los opositores como traidores y corruptos, y los votantes de los opositores se sienten bien representados y satisfechos con la votación. Es decir, nada cambió para nadie.

Lo que sí queda para la anécdota de un domingo de resurrección, es que de entre los muertos resucitó la oposición mexicana, aunque sea de una manera muy por debajo del nivel que merece el Poder Legislativo. Guste o no, frenaron en unidad una reforma Constitucional enviada por el presidente, lo que no había ocurrido desde que nuestra Constitución fue aprobada en 1917. También guste o no, eso es una derrota legislativa para Morena que ya va sufriendo la pérdida de 50 escaños en las elecciones del año pasado. Para eso sirven los contrapesos, la oposición y las alternativas en la democracia. Sólo queda esperar que los opositores no se mareen por haberse subido a este primer block y se organicen. ¿Y quién los organizará? Sus cuadros están muy débiles. Quizás su cabeza venga -así ha pasado antes- del mismo oficialismo. Quien no vea posible esto, pregúntele a Obrador.

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