La retrógrada transformación en OPB

Sólo cinco meses han transcurrido desde que la candidata de Morena a la presidencia municipal de Othón P. Blanco...

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Sólo cinco meses han transcurrido desde que la candidata de Morena a la presidencia municipal de Othón P. Blanco, Yensunni Martínez Hernández, rindió protesta como alcaldesa de la Cuarta Transformación, y ya los burócratas municipales, que aún no han sido despedidos, tienen la esperanza de que el tiempo pase volando y que acabe pronto la pesadilla por la que están pasando.

Al día de hoy, son más de 200 los empleados del municipio que fueron literalmente corridos de sus puestos de trabajo; algunos con más de 20 años de servicio, que de la noche a la mañana se quedaron sin sus fuentes de ingresos.

Lo peor del caso es que estos despidos, además de que fueron humillantes para las personas, también fueron ilegales y no se les respetó el pago que por ley se debió realizar por tratarse de despidos injustificados.

Sólo una mente perversa puede utilizar esta situación para mantener a raya a los demás trabajadores, pues la amenaza para todos es la misma: “si no te alíneas, te vas a la calle”.

Para la administración de Yensunni, “alinearse” significa renunciar a todos tus derechos, no solo laborales sino humanos, una situación que únicamente se ha visto en regímenes fascistas totalitarios.

Y no sería una exageración afirmar que este sistema de control está siendo aplicado en contra de los trabajadores municipales, quienes se mantienen en las cloacas del silencio para poder seguir llevando el sustento a sus familias.

¡Se acabaron las compensaciones! Dijo en su momento Yensunni, pero le faltó aclarar que se dejaron de pagar a los empleados que sí trabajan y se redireccionó ese recurso para sus fieles y leales allegados que no trabajan, mas que haciendo grilla y hostigando al personal.

Ahora, tampoco se paga horas extras, pero sí se obliga al personal a someterse a jornadas ilegales de trabajo y se deben organizar eventos públicos que sólo representan más gastos económicos para los empleados.

Pero eso sí, la administración municipal acaba de instaurar un riguroso control de entrada y salida de todos los burócratas, incluyendo directores, coordinadores, jefes de departamento y de oficina, y deben checar a tiempo, sin importar que hayan concluido su jornada a las ocho o diez de la noche.

 

La administración morenista habla de mucho control, pero al día de hoy sigue sin aplicarse un catálogo y tabulador de sueldos, que acabe con la discrecionalidad con la que se manejan los salarios. Si de verdad se combate la corrupción, que se aplique el pago justo, se pague el tiempo que se trabaja y, sobre todo, a los que sí trabajan.

 

Porque ya hay algunos directores, como Manuel Aristeo Martínez Valdez, de la Dirección de Servicios Generales, que solo están calentando la banca esperando los tiempos electorales para dar el salto hacia las diputaciones locales, claro, no sin antes instaurar también el totalitarismo en cada rincón de sus respectivas áreas.

 

No es broma, se viven días de oscurantismo, fanatismo y totalitarismo en la comuna capitalina; no sería mala idea que Derechos Humanos se dé una vueltecita por el ayuntamiento othonense, y se encontrará con muchas sorpresas.

 

La alcaldesa morenista debe tener mucho cuidado con estas malas prácticas, porque podría redundar en pérdida de valiosos votos en la próxima elección.

 

¿Cuánto tiempo más podrán aguantar los burócratas municipales?

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