Las deudas del huésped de Ottawa
El nombramiento de Carlos Joaquín González como embajador de México en Canadá, se dio nuevamente por la terquedad...
El nombramiento de Carlos Joaquín González como embajador de México en Canadá, se dio nuevamente por la terquedad de un presidente como Andrés Manuel López Obrador que no sabe escuchar, que toma decisiones con base en las ocurrencias y que se empecina en éstas sin importar las consecuencias.
Queda claro que otorgar el premio diplomático al ex gobernador representa una afrenta al gobierno de Justin Trudeau, y si vemos que se formalizó horas antes del arribo del mandatario canadiense a este país, entonces suena más bien a burla.
Y es que en una excelente nota publicada por Novedades de Quintana Roo se dio a conocer que Joaquín González heredó millonarias deudas con empresas de Canadá, y paradójicamente, ahora será él el encargado de convencer a los inversionistas canadienses de colocar sus capitales en México y en el Caribe Mexicano.
Al ver esto, uno ya no sabe si reír, enfadarse o llorar.
Y en caso de preguntarnos si Trudeau y “El Peje” tenían conocimiento de ello, por supuesto que sí, la deuda no es de migajas ni cacahuates, son millones los que se deben, y ambos los saben, con la diferencia que en Canadá el presidente protege a los empresarios, mientras que en México el presidente protege a los cuates, a los sumisos y… a los traidores.
Pero AMLO no sólo sabía de esa deuda, sabía a la perfección la falta de trabajo, la inoperancia del gobierno de Joaquín González en Quintana Roo, y no le importó, al contrario, lo premió por la sumisión, la obediencia, por lo bienmandado del yucateco, entonces gobernador, quien desde el primer momento se puso de tapete y le abrió las puertas al macuspano para que se sirviera con la cuchara que su merced quisiera.
Y pronto vendrán las lamentables consecuencias. Joaquín González no es propiamente un hombre trabajador, ni de oficio político y menos negociador. No se puede dudar ni un centímetro que muy pronto saldrá corriendo de Ottawa –si es que ya se decidió ir-, al sentir el frío, los días casi sin sol y pedirá a alguien que cubra su puesto, mientras él se va a su tierra (como lo hizo en su momento como gobernador de Quintana Roo).
La nota firmada por Benjamín Pat Chablé señala (y me permito retomar párrafos íntegros): “El historial de incumplimientos en el pago de servicios de promoción turística, contratados por la administración del ex gobernador de Quintana Roo, fue uno de los señalamientos realizados por algunos legisladores en busca de que no fuera ratificado en el cargo que le otorgó el presidente Andrés Manuel López Obrador.
En la lista de empresas proveedoras que se quedaron esperando la liquidación de sus honorarios aparecen varias de origen canadiense”, informa.
Y cita a empresas tan importantes como Sunwing Vacations, Westjet Vacations, Ten Gates Matrix, Transat, a las que les dejó una deuda millonaria que recibe como losa la gobernadora Mara Lezama.
Dicen que “con la vara que midas, serás medido”, y seguramente Carlos Joaquín lo pensó y tras perseguir durante años a su antecesor Roberto Borge y a parte de su gabinete, decidió entonces poner sus barbas a remojar y servir de perro faldero al presidente en turno, que en este caso, le tocó a López Obrador.
Quien tendrá que apechugar será la gobernadora Mara Lezama, sin la posibilidad de llamar a cuentas a su antecesor, y por el contrario, tener que pagarlas.
Aunque, cabe decir, en dos años, esto podría dar un vuelco.
Al tiempo.