El pozo en la cancha de donde sale Lucifer

Keila escuchó una voz, un hombre muy hermoso apareció de la nada y le propuso un macabro trato.

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Redacción/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- Keila iba a jugar todos los días al parque que estaba a tres cuadras de su casa, con su pelota de basquetbol, hasta aquella noche en la que tuvo contacto con uno de los entes más macabros y que marcó su vida para siempre.

Nunca notó nada extraño en el lugar, a veces había gente acompañándola, otras, el parque quedaba desértico. En medio había un pozo, el cual, según su madre, estaba ahí mucho antes de que comenzaran a construir las casas alrededor, en Kanasín, Yucatán.

Los demás adolescentes se reunían al rededor del Pozo a platicar y recostarse en las paredes de este.

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Un día Keila tardó más de lo normal en ir al parque, por lo general a las 7:00 de la noche ya se encontraba ahí y las 9:00 se retiraba. En aquella ocasión decidió ir a las 9:00 de la noche; su madre no le dijo nada porque la zona donde vivían era muy tranquila y todos los vecinos se conocían.

Ella practicó un rato pero llegaron sus amigas y fueron al pozo a platicar y se les fue el tiempo hasta que dieron las 11:30 de la noche, las demás niñas se despidieron y entraron a sus casas, ella se quedó un momento más mientras recogía sus cosas.

Una voz dentro del pozo la llamó, ella pensó que eran sus amigas jugándole una broma pero la voz volvió a escucharse y el miedo la invadió, cuando se dio cuenta, había un hombre parado junto al pozo. Era muy hermoso, vestía de color blanco casi de un toque angelical, pero algo en su mirada y su sonrisa malvada no le daban confianza.

Ella al verlo ahí le preguntó ¿quién eres y qué quieres ? a lo que el hombre le respondió ¿de verdad no sabes quién soy? te he observado todos los días vienes a jugar a la misma hora.

Keila pensó que se trataba de un acosador pero no reconocía la cara del hombre y no era de la zona, ella con una voz temblorosa le mencionó que no tenía idea de quién era y que ya se iba a su casa.

Comenzó a caminar hacia atrás para no darle la espalda al hombre evitando así un ataque, él sonrió y le dijo “Keila no tengas miedo, no soy un acosador y no tienes por qué correr”.

“Te diré quién soy y por qué estoy aquí: Soy el mismísimo Lucifer y quiero hacer un trato contigo: te daré todo lo que desees a cambio de un alma, no necesariamente la tuya”.

Yo no soy horripilante como me pintan, fui el ángel más bello de la creación y aún lo soy.

La muchacha pensó “este hombre sí que esta enfermo, entonces el cambió la forma de su cara a algo nunca antes visto y le dijo “esta es la prueba de que soy quien digo ser”.

La joven pegó un gritó que se escuchó en toda la colonia y en seguida todos salieron a ver, pero cuando abrió los ojos, el hombre ya no estaba.

No sabe por qué se le apareció, pero la experiencia le dejó un trauma tan grande que evita el parque desde entonces.

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