No todo fueron malas noticias por las intensas lluvias del último mes: aunque los campesinos reportaron grandes pérdidas de cosechas, los ganaderos afirmaron que su producción ha mejorado.

Antonio Vargas Valentín, de la  Asociación Ganadera Local General Productores Unidos Nueva Creación de Othón P. Blanco, explicó que las tormentas de junio terminaron al fin con casi cinco meses de sequía, recuperándose las zonas de pasto y los bebederos naturales.

“Teníamos cabezas de ganado muriendo porque no había agua. Mucha gente compró pasto porque el natural se secó, lo que representaba más pérdidas. Los árboles se estaban muriendo o habían perdido las hojas, por lo que ni sombra tenía el ganado para descansar”, declaró el productor.

Sin embargo las lluvias, aunque fuertes, no dejaron un saldo rojo en las cabezas de las reses Dice que perdieron más con la sequía, que con las inundaciones de las últimas semanas.

“Los pastos volvieron a la vida, los puntos de bebederos ya están a su máxima capacidad. Estas son buenas noticias porque ya prácticamente estamos en la temporada de lluvias, así que es muy difícil que nos llegue a afectar de nuevo la sequía”, puntualizó.

Aún está pendiente los efectos de la canícula, la cual empezó el 3 de julio y se prevé que termine el 11 de agosto. Aunque se trata de la temporada más caliente del año, se espera que sea amortiguada por los remanentes de las pasadas tormentas.

Por su parte Sergio Crisanto Morteo, presidente de la Unión Ganadera Regional en Quintana Roo, afirmó que más de 107 mil cabezas de ganado están siendo revisadas en cada uno de los ranchos existentes en la entidad, especialmente en las áreas con mayor número de reses, para prevenir riesgos asociados a estas enfermedades.

El objetivo es garantizar que el ganado esté en perfecto estado de salud y mantener el estatus sanitario de la entidad libre de enfermedades. Este estatus sanitario permite que los precios en el mercado de venta de animales sean