Los malos hijos de Chetumal

Con un costal de males crónico degenerativos y otros achaques propios de un envejecimiento prematuro...

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Con un costal de males crónico degenerativos y otros achaques propios de un envejecimiento prematuro, la histórica capital quintanarroense hoy cumple 119 años de edad, fundada el 5 de mayo de 1898 por el vicealmirante Othón Pompeyo Blanco con el nombre de Payo Obispo.

En los últimos lustros se ha deteriorado esta capital bañada por las aguas del Mar Caribe, y gran parte de sus males recae en una clase política priista que la fue carcomiendo como plaga de roedores, hasta dejar muy debilitado y con escaso margen de maniobra al Ayuntamiento capitalino, única posición segura para los chetumaleños.

¿Sus bisnietos y tataranietos han estado a la altura de sus reclamos? Porque a la distancia sus agresiones acumuladas han tenido más poder destructor que el huracán Janet que la azotó a fines de septiembre de 1955.

Si en su cumpleaños la capital tuviese la oportunidad de reclamarles, ¿qué tendría que decirles a los ex alcaldes priistas Andrés Ruiz Morcillo, Carlos Mario Villanueva Tenorio y Eduardo Espinosa Abuxapqui?

Abuxapqui pasó a la historia de muy fea manera, ya que tuvo que entregar el bastón de mando a un alcalde de origen priista pero postulado por PAN y PRD: Luis Torres Llanes, cuyos alfiles se han cansado de sacar trapos sucios de colaboradores del ex alcalde que soñó con ser candidato a la gubernatura.

Chetumal es una capital damnificada por malos priistas que tiraron por la borda todas sus pertenencias valiosas y que aprovecharon los altos cargos gubernamentales para amasar fortunas de escándalo. 

Desde que nuestra capital dejó de ser el puerto de entrada de importaciones y una zona comercial libre de impuestos, el camino de la crisis empezó a marcarse, ya que la endeble economía local se sostuvo sobre un único pilar: la burocracia, que no pudo cargar con todo el peso y empezó a dar muestras de fatiga hasta su colapso en 2013 con la reingeniería del gobierno borgista.

Los efectos de esa crisis se han dejado sentir con desempleo, falta de oportunidades, escasa inversión, cierre masivo de negocios, y por supuesto en la afectación a la imagen urbana y servicios públicos de una capital que en nada refleja la bonanza económica del estado.

A sus 119 años, a Chetumal le urge reinventarse; tomar un segundo aire y recuperar el empuje y la esperanza, pero nada de eso se logrará si no existe el compromiso y esfuerzo conjunto de gobierno y sociedad –empresarios en primera fila– para devolver su esplendor a esta capital de buena madera, como dice su ex alcalde Enrique Alonso Alcocer.

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