Assange: ¿Héroe o villano?

La transparencia de las comunicaciones intergubernamentales o intragubernamentales...

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La transparencia de las comunicaciones intergubernamentales o intragubernamentales se basan en el inexistente principio de un medio ambiente sano y sin amenazas, lo cual es, por llamarlo de algún modo no soez, infantil. Las estrategias geopolíticas de gobiernos e instituciones son precisamente eso: estrategias que deben planearse y llevarse a cabo considerando un entorno altamente hostil.

Las maniobras diplomáticas frontales o de “back channel” son herramientas esenciales para la supervivencia de modos de vida e incluso civilizaciones. La confidencialidad de dichas maniobras o negociaciones o las comunicaciones internas que de ellas deriven son elementales para lograr el éxito o girar el timón de los acontecimientos hacia el punto deseado. No tiene absolutamente nada de malo que los gobiernos tengan secretismos y se protejan contra las amenazas internas. Resulta curioso que los que más fustigan las comunicaciones develadas por WikiLeaks, simpatizan por otro lado con gobiernos tan siniestros y manipuladores como Rusia o China.

El infantilismo enceguecedor de los que ven a Assange como el Robin Hood de las filtraciones es insultante mientras China puede espiarlos impunemente desde sus Huawei o se atiborran de comentarios “antiimperialistas” de las redes originados en el ministerio que Putin dedica a eso desde Rusia con miles de operadores en todo el mundo.

Los que hoy en día usan playeras con el Che Guevara o gritan con las venas hinchadas de pasión contra el imperio o contra la creciente detención de Julian Assange sufren del mal del olvido o de la ignorancia histórica. En octubre de 1962, Rusia, en contubernio con un entonces joven Fidel Castro, estableció una serie de bases de misiles balísticos intercontinentales en Cuba, a apenas 200 km de nuestras playas; específicamente los SS-4 ICM Sandals. Esta amenazadora maniobra de un gobierno manejado por un anciano decrépito como Kruschev poniendo armas de destrucción masiva en manos de un joven fanático llevó al mundo al borde de la guerra nuclear.

En cartas escritas por Castro a Kruschev lo conminaba a asestar el “golpe definitivo al imperio”, sin importarle (como siempre) las vidas de millones de cubanos, civiles en Estados Unidos e incluso nuestros propios compatriotas de la península que serían afectados por la hecatombe nuclear del pistolero verde olivo. Nunca la humanidad ha estado más cerca del desastre, según testimonios, los bombarderos estratégicos cargados con bombas atómicas de uno y otro lado llegaron a estar en el aire.

En esa ocasión, se llevaron a cabo negociaciones secretísimas entre Rusia y EEUU para terminar la crisis con acuerdos privados que sólo pudieron cumplirse mediante la confidencialidad de los mismos. Ambas naciones le dieron la espalada a la guerra que chillaba Castro y salvaron al mundo gracias al secreto. Julian Assange puso el secreto y la confidencialidad entre naciones que en aquel momento salvaron al mundo como un chiste. No, Assange no es un héroe, es un peligro y un anarquista despiadado. Ya era hora que estuviera tras las barras.

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