España, entre humo y olvido

Las naciones que olvidan su historia están condenadas a repetirla, lapidaria frase...

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Las naciones que olvidan su historia están condenadas a repetirla, lapidaria frase que resume muchos de los “suicidios nacionales” que nos han rodeado en los últimos años.

Los brasileños eligiendo a un fascista de derecha, los rusos apoyando a un fascista de izquierda, los venezolanos destruyendo su democracia y los españoles denostando su historia como nación y echando en tierra los logros tan magníficos de democratización logrados por el inmortal Adolfo Suárez y el rey Juan Carlos I.

La herencia de la Guerra Civil de 1936 y la subsecuente dictadura franquista dejaron la nación llena de rencores. La actitud del bando ganador no fue de reconciliación nacional sino de victoria contra rendición incondicional. Sin embargo, mirar esos eventos a la luz de nuestro tiempo es un grave error, pues, aunque los desmanes cometidos por el franquismo fueron terribles, pero aunque duela, los cometidos por el bando republicano también.

Miles de fusilamientos, iglesias quemadas con los feligreses dentro, clérigos ejecutados sumariamente, bibliotecas destruidas, monumentos nacionales saqueados y hasta tumbas históricas profanadas fueron acciones perpetradas por los antifranquistas.

Nadie estuvo libre de pecados en la peor guerra fratricida que ha asolado la península ibérica. Tanto dolor y una dictadura subsecuente de 40 años dieron como resultado una identidad nacional rabiosamente liberal que convirtió a la última autocracia de Europa Occidental en un bastión de la libre determinación, los derechos y la libertad. Tanto fue el anhelo de los españoles de olvidar su pasado que han confundido ser libres con ser indiferentes.

Es muy triste ver que el resultado de uno de los experimentos de implementación democrática más maravillosos de la historia sea un país donde lucir la bandera es símbolo de fascismo o de una posición política. Donde partidos políticos de corte reaccionario y aliados con la cloaca de la historia como el chavismo o el castrismo, tildan a porciones enteras de su propio pueblo como “fascistas” o “fachas” como es el vocablo más común.

Las nuevas generaciones de españoles se asquean hasta de su propia identidad mientras piden a gritos que el gobierno les mantenga mientras no trabajan o trabajan cada vez menos.

La pésima política nacional de autonomías ha creado cotos de poder en las regiones y comunidades que han dado lugar a movimientos tan disparatados y patológicamente mentirosos como el independentismo catalán. Mientras tanto, los jóvenes españoles pierden el interés por su nación, por su rica historia y por el resultado del trabajo arduo que tanto hizo sudar a sus abuelos y les construyó el país que hoy tienen que les permite gozar de la mayor protección de salud de toda Europa. Los hospitales públicos españoles son tan buenos que hasta el vapuleado Rey se atiende en ellos.

La envidia y la falta de nivel domina los comentarios en redes de los españoles que culpan a la monarquía constitucional de la pobreza con que viven. Ni siquiera se interesan en saber el capital de generación de inversiones y la estabilidad que les ha otorgado la corona.

Se les tilda de parásitos o de chuparse los recursos nacionales cuando son la casa reinante en funciones más económica de todo el mundo, que con sólo el valor de los negocios que cierran para empresas nacionales y los acuerdos que se firman gracias a su trabajo se paga de sobra.

Mientras tanto, los políticos, en medio de escándalos de fraudes, con un crecimiento económico casi nulo y con el desempleo por los cielos, se dedican a marear a la opinión pública con circo, maroma y teatro. ¿Qué mejor manera que alimentar el morbo y el resentimiento de los votantes que haciendo un show mediático para exhumar los restos arrugados de Francisco Franco?

La cortina de humo de la tragedia nacional española y el olvido que quieren inculcar a la historia de nuevo es cebo para los populistas de siempre. ¿Qué sigue? ¿Sacar a todos los reyes de la cripta del Escorial? Desde el Carlos V hasta el inepto de Alfonso XIII, todos fueron “dictadores” también y no por eso los van a sacar (creo). La historia se aprende, no se profana, eso no ayuda a nadie.

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