La libertad del neoliberalismo

El neoliberalismo no es más que el liberalismo del siglo XIX y principios del XX.

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“Los vencedores escriben la historia”, escuché decir una vez a un veterano de la II Guerra Mundial, y sí: su apreciación o punto de vista de la historia es impuesto entonces como la verdad. Ahora, en esta nueva historia que estamos “aprendiendo” tenemos un nuevo chico malo en el barrio: el neoliberalismo.

Y ahí los nuevos vencedores y sus líderes de opinión han englobado toda una retahíla de pecados y de errores.

El neoliberalismo no es más que el liberalismo del siglo XIX y principios del XX revisado, la corriente que quitaba el papel opresivo del estado de la actividad socioeconómica y promulgaba la libertad de opinión y prensa total como aceite lubricante de una sociedad ágil y autosustentable económicamente.

Es decir: todos tiene que levantar su propio peso y el papel del estado se debe reducir a evitar los abusos y garantizar igualdad de oportunidades. Funcionaría bien en teoría, pero no lo ha hecho tanto.

Sin embargo, sería justo decir que la aplicación plena del neoliberalismo no ha sido posible por el propio lastre que, por ejemplo, hay en México.

Mencionando sólo el sector minero o educativo; ambos están secuestrados por una mafia sindical ampliamente encarnada como infección en el manejo de la política interna. De ahí que la liberalización real y total de las fuerzas productivas y educativas no ha sido nunca posible.

El neoliberalismo, o liberalismo actualizado, no vale mucho la pena llamarlo “neo”, es liberalismo de manual de bolsillo, sin embargo, se hace imperativo ponerle el prefijo, no vaya a ser que un trasnochado profesor de secundaria explique a sus alumnos que Benito Juárez y Francisco I. Madero eran liberales y nuestros confundidos estudiantes millennials levanten la cabeza por primera vez en el día de sus teléfonos para decir: “¿Cómo, no que los liberales son todos malos y corruptos maestro?”.

La aplicación plena de la liberalización de la sociedad nunca ha sucedido. Decir que vivíamos con un régimen neoliberal es la peor falacia que hay.

Las fuerzas retrógradas de la política mexicana, muchas de las cuales hoy en día se campean en los jardines de la victoria, durante muchos años impidieron la plena liberalización de México.

El imperio de la ley y la separación absoluta de poderes, que son los pilares de la verdadera liberalización nunca han sido realmente aplicados en México, precisamente por las tendencias despóticas y arcaicas de la clase política, la de antes y la de ahora, que bien metidita estaba con los de antes aunque ahora pateen el pesebre.

 El engendro corrupto que había era como un feto deforme a medio nacer que nunca fue ni liberal al 100% ni despótico.

Sin embargo: los que han proclamado su extirpación y muerte sólo han generado más muerte y más atraso. Esperemos que nuestro nuevo gobierno resulte de veras liberal y no déspota y si no es capaz de hacerlo, que al menos mantenga el status quo entre ambas fuerzas con un mejor equilibrio que el que había. Dejar de descalificar a sus adversarios sería un buen comienzo.

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