Por infidelidad se refugia en la música

Con un micrófono inalámbrico, don Mateo entona canciones mexicanas de Cornelio Reyna y José Alfredo Jiménez.

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Acercarse a Dios lo ayudó a olvidarse de su venganza tras quedarse en la calle. (Yesenia Barradas/SIPSE)
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Yesenia Barradas/SIPSE
PLAYA DEL CARMEN, Q. Roo.- El terremoto de 1985 que se sintió en la región  montañosa de Veracruz, lo orilló a dar el paso de vivir en el estado, en donde experimentó la peor sacudida de su vida: perdió a su esposa e hijos; fue a la cárcel y, tras tocar fondo, reinició su vida en la música. Al más puro estilo de una película de Capulina, ameniza la comida de cientos de visitantes que llegan al parque “Leona Vicario” en Playa del Carmen.

Es don Mateo Martínez González, un hombre que a sus 57 años cuenta la triste historia de su vida, y su verdad, tras la infidelidad de su esposa, que lo desmoronó emocionalmente hasta pedir la muerte en la cárcel, pero que en medio de la música y las alabanzas a Dios  surgió como el ave fénix y ahora disfruta cada minuto de su existencia.

Decidió probar suerte en Playa del Carmen, Quintana Roo, en donde cuenta con tristeza entre cantos y las cuerdas de su guitarra, recordando una canción de Cornelio Reyna, que “uno nunca sabe a dónde va a parar”.

Con su sombrero negro, el hombre delgado de ojos azules relata que nadie como él sabe lo que se siente “tocar fondo”, pero que poco a poco comenzó a olvidar ese trago amargo de su vida inmerso en alabanzas a Cristo, después de la invitación que le hiciera un pastor que lo animó a amenizar sus reuniones religiosas en la cárcel, para dar ánimo a los más necesitados.

“Los cánticos a Cristo Salvador, y los salmos, le hicieron perder fuerza a mi venganza”

Con un micrófono inalámbrico, que se pierde entre la larga barba blanca, don Mateo entona para los comensales todo tipo de canciones mexicanas de Cornelio Reyna y José Alfredo Jiménez, presumiendo de tocar cinco instrumentos en uno.

Atrás quedaron los tiempos de amargura y sufrimiento y hoy, convencido de que “todo lo que sueñas y te propones lo logras”, avanza al lado de sus hijos, a quienes heredó el amor por la música; ellos son las llamas de su vida, la que alguna vez quiso extinguir.

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