Morena es una fuerza heterogénea, explosiva y dinámica: en constante “transformación”, para emplear su propio lenguaje. Lo vemos hoy en quienes ganaron el domingo pasado. Provenientes de tan distintos sectores, a muchos confunden por su origen. En definitiva, es un partido con ideas e intereses diversos.

Tal vez ello marca la diferencia con los demás. Algunos pensarán que representa la multiculturalidad de Quintana Roo o es fiel reflejo de lo que siempre quiso su máximo líder, ahora presidente de la república, cuando convocó “sin diferencias” a sumarse a su denominado proyecto de nación.

Lo constatamos en Cancún, porque en los ocho distritos que incluye a Benito Juárez solamente, o a una parte de él, en siete ganaron sus abanderados, quienes responden precisamente a orígenes y pretensiones tan variadas como complejas de asimilar.

En las últimas horas se ha planteado, por ejemplo, que un Alberto Batún (ganador en el D-3) “no piensa igual” que una Érika Castillo (D-6), como tampoco una Fernanda Trejo (D-7) lo hará como una Reyna Durán (D-5).

Más aún: entre los aliados de este partido, o sea PT y PVEM, prevalecen distancias enormes. Así, el petista Hernán Villatoro (D-2) seguramente no coincide en múltiples temáticas con los verdeecologistas Tyara Schleske (D-4) y Gustavo Miranda (D-8).

Y lo mismo aplica en los distritos 13, 14 y 15, de Bacalar y Othón P. Blanco donde también ganaron, para Ana Pamplona (D-13), Linda Cobos (D-14) y Roberto Erales (D-15).

En Cancún, sin embargo, se asoma un hilo conductor gracias al cual empezarán a coincidir: la figura de la presidenta municipal Mara Lezama, quien pasó inadvertida durante el proceso, pero que, aseguran los conocedores, estuvo atenta al desarrollo, respetando la ley y comportándose a la altura de las circunstancias.

¿Por qué? Su experiencia exitosa (ganó con 190 mil votos en 2018) y como referente obligada por el territorio en mayor disputa, le dan la solvencia moral para aglutinar al equipo con sede en Cancún que formará parte de la XVI Legislatura. La prueba se tuvo el mismo domingo, con una foto de ella, triunfal, compartida en redes sociales.

Lo anterior cobra cierto sentido, por citar otro ejemplo que ronda, cuando surge la comparación con Solidaridad (D-10), donde la presidenta Laura Beristain no puede presumir lo mismo, pues el derrotado fue su hermano Juan Carlos.

Por supuesto, estos datos son bien valorados en las esferas más altas del poder.