El miércoles pasado rindió su primer informe Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), y desató la polémica por sus dichos que posteriormente sostuvo ante medios de comunicación.

“Estamos limpiando la casa de la corrupción y el nepotismo (…) queremos sacar de nuestras filas a los malos servidores públicos, los corruptos, pero también a los mediocres, a los que no están a la altura de la investidura que ostentan, y los que entienden esa investidura como privilegio y no como servicio", aseguró en una parte de su intervención ante la cúpula del Poder Judicial en pleno y con la presencia del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Hubo diversas frases para la posteridad: “Deseo desarticular las estructuras y la cultura del patrimonialismo judicial", "en estos años nos hemos anquilosado, ha aumentado la corrupción y se ha arraigado un nocivo corporativismo judicial" y "la corrupción es un flagelo que debilita a todas las instituciones públicas porque erosiona la confianza en el sistema".

Zaldívar advirtió que desde que fue electo emprendió un compromiso reformador, logrando resultados en austeridad, combate a la corrupción y contra el nepotismo. La meta no es fácil: consolidar un Poder respetado, respetable y honorable.

Esa misión debe ser en todo el país; por lo mismo, cabe preguntar: ¿Cómo vamos en Quintana Roo? José Antonio León Ruiz, presidente del Tribunal Superior de Justicia, ha emprendido acciones enmarcadas en el Programa para la Impartición de Justicia 2017-2022 que contempla el combate a los males antes referidos.

León Ruiz ha fijado su propia visión: brindar a la población una justicia más moderna, humana y cercana con la sociedad. Así, han realizado cursos sobre temáticas en boga; una treintena de actividades académicas para la profesionalización; reformas para mejorar los procesos; alianzas con barras y colegios de abogados; fortalecimiento de la Escuela Judicial, así como revisiones frecuentes para fomentar la transparencia y la rendición de cuentas.

La tarea es reivindicarse ante la comunidad, con legitimidad, pues el desempeño a veces ha sido opacado por vicios y prácticas que lo debilitan. Sin embargo, este sentido mea culpa debe servir como el punto de inflexión para recomponer lo deteriorado y consumar los avances.

El primer gran paso lo ha dado Zaldívar y, al menos en Quintana Roo, se tiene una mirada común y un propósito compartido.