Cada vez que escucho a jóvenes rockeros o jazzistas hablar de música, de lo que han creado, de cómo improvisan, de las nuevas técnicas y demás, me doy cuenta de lo pobre de su conocimiento y de lo mucho que tienen que aprender.

Se están evidenciándose entre más profundizan con el tema. Si nos vamos al período Barroco el concepto de contrapunto, que deriva del latín contrapunctus, se emplea en el terreno de la música para nombrar a la combinación armoniosa que establecen voces contrapuestas o distintas melodías.

Como técnica compositiva, el contrapunto estudia el vínculo entre diferentes voces para alcanzar un equilibrio armónico. La tendencia comenzó a desarrollarse en el siglo XV y se impuso en la mayoría de las composiciones realizadas en el mundo occidental, incluso en la actualidad.

Puede decirse que el contrapunto apuesta por combinar líneas musicales que tienen un sonido muy diferente pero que, al ser tocadas de manera simultánea, logran una armonía. La escritura musical según el contrapunto requiere que se respeten ciertas reglas para alcanzar la armonía pretendida.

Por ejemplo la música de cámara, suele emplear cuatro voces: soprano, contralto, tenor y bajo. Mediante las reglas del contrapunto, estas voces mantienen una independencia aunque, a su vez, suenan en armonía.

En algunos países de nuestra América se le llama contrapunto al enfrentamiento de dos o más poetas o cantores populares. Y como dijo Joh Rahn en su libro Music Inside Out: Going Too Far in Musical Essays: Es difícil escribir una canción hermosa. Es más difícil escribir varias canciones hermosas de forma individual que, cuando se cantan al mismo tiempo, suenan en su conjunto polifónico aún más bello.

Las estructuras internas que crea cada una de las voces por separado deben contribuir a la estructura emergente de la polifonía, que a su vez debe reforzar y desarrollar las estructuras de las voces individuales. La forma en que se lleva a cabo en detalle es… el contrapunto. Hasta la próxima semana.