Más sabe AMLO por viejo que por AMLO
La política nacional sigue girando en torno a Andrés Manuel López Obrador. A poco más de 30 semanas...
La política nacional sigue girando en torno a Andrés Manuel López Obrador. A poco más de 30 semanas para que concluya su mandato, el presidente sigue siendo el amo y señor de la agenda política, sin que la oposición ofrezca resistencia alguna, al contrario, lo siguen con la pretensión estéril de criticarlo, defenestrarlo para hacer mella ante el electorado.
Este 5 de febrero, AMLO presentó al Poder Legislativo una serie de iniciativas y reformas a la Constitución que él sabe que serán rebotadas en ambas cámaras, al no contar con la mayoría calificada. Lo sabe bien...
Está consciente de ello y aun así envía las iniciativas con mañosas jiribillas que sabe manejar a la perfección, en una operación con la precisión de un bisturí.
Me explico: Como decimos, el presidente envió propuestas en materia político-electoral, pensiones, salario mínimo, industria eléctrica y Poder Judicial, las cuales fueron presentadas a la Cámara de Diputados en pleno aniversario de la Constitución.
Y López Obrador sabe que no pasarán. Pero eso para él es lo de menos. Lo realmente importante para su causa es mantener la atención bajo la premisa que reza: “Hablen bien o hablen mal, no dejen de hablar de mí”.
Así ha mantenido los reflectores en este proceso electoral, casi obligando a la opinión pública a fijar su mirada en él, y a la oposición a mantenerse en un plan únicamente contestatario, para, muy orondos, “lucirse” una vez que las iniciativas sean bateadas. Pero sin presentar planes ni propuestas propias.
De esta manera, el presidente mantiene a la opinión pública y a la oposición en la bolsa, en el lugar donde él quiere que estén. Y hasta el momento lo están, hasta el momento no hay resistencia, hasta el momento la primera jiribilla le ha surtido efecto al 100.
Y por otro lado, López Obrador presenta esas iniciativas que –insistimos- sabe que no pasarán, que no serán aprobadas en el Congreso de la Unión, pero que electoralmente le funcionan para entonces, desde “Las Mañaneras” acusar:
“Son ellos, los conservadores, quienes le dan la espalda al pueblo, son ellos, los neoliberales, quienes no quieren reducir la desigualdad, son ellos, quienes rechazaron nuestras iniciativas a favor del pueblo, quienes no quieren a la gente”, está visto y gran parte de la población se lo ha comprado.
Entonces López Obrador ha jugado un juego que le ha salido a la perfección, una carambola de tres bandas en las que la oposición y la opinión pública no han ofrecido resistencia, al contrario, han caído en el garlito, redonditos.
Así, hoy se puede ver a la candidata opositora, Xóchitl Gálvez, hablando, refunfuñando contra el actual régimen en México. Va a Estados Unidos y hace lo mismo, cuando tendría que están más ocupada en lo propio, en presentar a Xóchitl Gálvez y sus propuestas para cambiar las cosas en un país que registra muchas carencias.
Acusar, señalar a López Obrador, por el momento, es una estrategia que lo favorece, al mantener los reflectores, y es además, estéril porque así no se podrá luchar contra los programas sociales, es decir, contra el dinero que regala a la población, en una estrategia clientelar con la que sólo se podrá luchar con un esquema propio y competitivo.
Dicen que “más sabe el diablo por viejo que por diablo”.