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La agencia calificadora Fitch Ratings ratificó este lunes la calificación crediticia para la deuda soberana de México en ‘BBB-’, con perspectiva estable, el último escalón del grado de inversión para la firma.

 

Hacienda indicó que Fitch resaltó en su decisión que México tiene una deuda baja comparada con la de economías similares, así como finanzas externas estables y robustas, y un marco de política macroeconómica consistente”.

 

Cómo han cambiado las cosas en dos años. Antes, si la calificación crediticia de la deuda soberana de México bajaba de BBB era un signo de alarma y preocupación para el gobierno en turno. Y ahora, el hecho de que Fitch Ratings la mantenga en BBB- es motivo de felicidad y hasta fue presumido por el subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, quien lo destacó como un logro de la “prudencia en la política fiscal” y el “sólido desempeño de las finanzas públicas”.

 

De lo que no habla el funcionario federal es de la estrepitosa caída de la inversión privada que registró su mínimo en 25 años, o de la drástica reducción de la inversión extranjera directa. Hasta parece que Hacienda vive en una realidad paralela…o en la Dimensión Desconocida.

 

La buena noticia es que la deuda mexicana no se enfrenta a una degradación fulminante por parte de las calificadoras que complique mucho más el degradado panorama económico que ya tenemos. La mala noticia es que la lista de calamidades que señala Fitch Ratings en su nota de ratificación de “BBB-” de la deuda soberana mexicana es mucho más extensa que en revisiones anteriores, con todo y que deja esta nota en perspectiva Estable.

 

Hay una peor noticia, la 4T quiere vender como una muy buena noticia que Fitch deje a México en este el último escalón dentro de sus notas de grado de inversión, a tan solo un paso del papel basura, y no apunte hacia una corrección de todos los males que apunta la calificadora. Es cierto que esta ratificación que hace Fitch, y la que hace un par de semanas hizo Moody’s, dan un respiro para la estabilidad financiera del país. Sobre todo, en estos momentos en donde hay mucha incertidumbre respecto al futuro de las políticas monetarias de Estados Unidos y del mundo.

 

Es verdad que es un reconocimiento al manejo fiscal de este gobierno en lo que bien puede calificarse como el sueño salvaje de un gobierno altamente neoliberal, que prefirió mantener las finanzas públicas sanas antes que aplicar recursos públicos para salvar a la gente en medio de una crisis de la envergadura de la que vivimos por la pandemia. Y Fitch se lo pone con todas sus letras: la principal razón de esta relativa resistencia fue la menor respuesta fiscal directa al choque de Covid-19 en el 2020, lo que pudo haber contribuido a la cuarta contracción más profunda del consumo privado entre las 20 economías más grandes del mundo.

 

Ahí están los datos de desocupación del primer trimestre de este año en su comparación anual que nos muestran el tamaño de la tragedia que han vivido millones de trabajadores y sus familias de perder la fuente de ingresos y sin un paracaídas gubernamental que les ayudara.

 

Por supuesto que Fitch reconoce que las finanzas públicas mexicanas han tenido un mejor desempeño que otros países con nota similar que sí optaron por echar un salvavidas económico a su población. El premio que recibe el gobierno federal es la estabilidad de esta calificación durante unos 12 o 18 meses y de paso validar que el PIB sí habrá de rebotar hasta 5 por ciento. Ya con eso y con las elecciones tan cercanas, la 4T y sus voceros armaron una fiesta.

 

Pero hay que leer bien este reporte de Fitch que es uno de los más duros que ha lanzado respecto a las condiciones de este país. No es un detalle de finanzas públicas, sino el señalamiento de un problema estructural, cuando dicen que la calificación está restringida por una gobernabilidad relativamente débil. Esa es toda una radiografía de cuerpo entero de la condición actual de México.

 

La situación financiera de Pemex y CFE, el creciente intervencionismo del gobierno en el mercado, la incertidumbre que generan entre los inversionistas, las vías alternas a la ley que la 4T busca para modificar la Constitución. En fin, hay que leer muy bien la larga lista de advertencias de Fitch Ratings.

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