Niños desaparecidos fueron llevados por los aluxes

El peor miedo era escuchar ruidos como si alguien se escondiera entre los árboles

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Pasaron más de 10 días de intensa búsqueda y parecía que a estos niños se los había tragado la tierra. (Contexto/Internet)
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Redacción/SIPSE
CANCÚN, Q. Roo.- Cuenta la leyenda que un día dos hermanos de 9 y 10 años de edad no regresaron a su hogar. Habían salido a jugar desde muy temprano, como todos los días, y siempre regresaban antes del ocaso. Sus padres no se percataron de su ausencia hasta que la noche había caído y la luz de las estrellas eran las únicas que iluminaban el lugar, entonces comenzaron a preguntar a los pocos vecinos que tenían en ese entonces. Nadie supo darles razón.

En todo el día no los habían visto en el área, y al preguntarle  a los niños, tampoco los habían visto jugar. Emma Morales Cauich, de 78 años de edad, y originaria de Leona Vicario, dijo que esa leyenda se la contó su abuelo. Recuerda que siempre les decía que cuando llegara el ocaso, los niños no debían estar lejos de casa, pues espíritus como los aluxes, podrían llevárselos para nunca regresar. 

Continuó el relato diciendo que pasaron más de 10 días de intensa búsqueda y parecía que a estos niños se los había tragado la tierra, no había ningún rastro de que hubieran sido atacados por algún animal salvaje como algún jaguar o serpiente. Los buscaron en las aguadas cercanas, en los cenotes del pueblo, pero nadie tuvo la fortuna de encontrarlos.

Hallan a los menores en una caverna

Desesperada, la madre acudió entonces con un yerbatero maya para que le ayudara a localizarlos. Por medio de un ritual, logró comunicarse con los espíritus, que le dijeron el lugar exacto en el que se encontraban los hermanos. Al salir el sol, los pobladores tomaron camino hacia el lugar, y en una caverna que estaba en un cenote, pudieron ver a los niños, somnolientos y débiles. Cuando despertaron, dijeron que todo el tiempo estuvieron en dicho lugar, y explicaron que al estar jugando, unos seres pequeños comenzaron a correr cerca de ellos y por curiosidad fueron siguiéndolos hasta ese lugar.

Angelina García Reyes, de 88 años, recuerda que en su infancia, el peor miedo era escuchar ruidos como si alguien se escondiera entre los árboles; y cuando lo escuchaba, corría de regreso a su casa, porque la leyenda decía que, cuando un aluxe andaba cerca de los niños, era para llevárselos a su escondite.

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