No hacen caso a AMLO
Tal parece que a muchos se les ha olvidado que el presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó...
Tal parece que a muchos se les ha olvidado que el presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó la desaparición del Fondo de Desastres Naturales (Fonden), porque era un “barril sin fondo” del que se robaban los recursos y que no se atendía realmente las emergencias ni a los damnificados.
Y es que, en un giro inesperado de los acontecimientos, el debate sobre los fideicomisos en México ha vuelto a cobrar relevancia. Tal parece que el mismo esquema que se desmanteló bajo la premisa de la transparencia y la eficiencia está siendo revivido, pero con un matiz diferente y en un contexto nuevo.
Como se recordará, hasta julio de 2021, México contaba con el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), creado en 1996 y operativo desde 1999. Este fideicomiso se diseñó como un mecanismo para atender de manera eficaz y oportuna las emergencias y rehabilitar la infraestructura dañada por desastres naturales.
Sin embargo, a petición del presidente López Obrador, en octubre de 2021, el Senado aprobó la extinción de 109 fideicomisos, incluido el Fonden, bajo el argumento de que era un “barril sin fondo” en el que se malversaban recursos y no se atendían adecuadamente las emergencias.
Este argumento parecía sólido y en línea con la política del gobierno de Andrés Manuel López Obrador de eliminar mecanismos que, según él, eran vulnerables a la corrupción. Sin embargo, hoy la situación en Quintana Roo muestra una paradoja interesante: tanto el sector público como el privado están impulsando la creación de un nuevo fideicomiso, en muchos aspectos similar al Fonden que se desactivó.
La reciente propuesta en Quintana Roo consiste en un nuevo fideicomiso financiado por un cobro de 5 dólares a cada pasajero que llegue al estado en crucero, con una recaudación estimada de 240 millones de pesos anuales.
Este fideicomiso será administrado por funcionarios estatales y representantes de la industria naviera, con un compromiso de igualar cada peso recaudado por el gobierno estatal. El objetivo es contar con un fondo de hasta 800 millones de pesos para enfrentar emergencias y mantener las playas, un recurso vital para el turismo en la región.
Por su parte, el gremio hotelero de Cancún también quiere que se cree un fondo emergente para mantenimiento de playas, algo así como un plan contingente que permita actuar con celeridad en caso de que otro fenómeno de iguales características pueda afectar al principal atractivo turístico con el que se cuenta.
El líder de ese sector, Jesús Almaguer Salazar pidió incluso que se rastreé el recurso de 25% adicional que han continuado pagando por concepto de Zona Federal Marítimo Terrestre (Zofemat) desde hace más de 10 años, el cual sirvió para liquidar los 900 millones de pesos que costó el rescate de playas en 2009.
Aunque para ello habría que ir a Canadá para preguntarle al ex gobernador Carlos Joaquín González, quien conformó el fondo que presuntamente se destinaría a las playas, pero nunca se concretó, aunque las aportaciones se siguieron pagando por parte de los hoteleros.
Este cambio en la narrativa plantea varias preguntas cruciales. Primero, ¿qué ha cambiado desde la desaparición del Fonden hasta ahora? Si el argumento era que el Fonden estaba mal administrado y era susceptible a la corrupción, ¿qué garantías existen de que el nuevo fideicomiso evitará los mismos problemas? La gestión de los fondos, aunque supervisada por diversos actores, no es infalible y podría enfrentar desafíos similares a los que llevaron a la extinción del Fonden.
Además, el hecho de que el sector hotelero también esté pidiendo un fondo emergente para el mantenimiento de playas sugiere una falta de confianza en la efectividad del nuevo fideicomiso o en la continuidad del mismo. Esta situación pone de relieve una necesidad crítica de transparencia y rendición de cuentas en la administración de los recursos destinados a emergencias y mantenimiento de infraestructura vital.
En última instancia, la creación de nuevos fideicomisos debe ser vista no como un simple retorno a fórmulas antiguas, sino como una oportunidad para redefinir y mejorar la manera en que México maneja sus recursos para enfrentar emergencias y desastres naturales.
¿Están contradiciendo al presidente que ya prepara maletas para irse?