Nueva era

No podemos evitar el uso de la tecnología para nuestros hijos, pero si podemos poner reglas para beneficio mutuo.

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No podemos evitar el uso de la tecnología para nuestros hijos, pero si podemos poner reglas para beneficio mutuo.

Esto plantea desafíos significativos para los padres al querer moderar el uso de dispositivos de sus hijos en el mundo actual. 

Los adolescentes están más conectados digitalmente como nunca antes. Los padres se quejan de esta realidad, pero el 95% de los adolescentes tienen acceso a un Smartphone y, aproximadamente, seis de cada diez utilizan plataformas como TikTok o Instagram, entre muchas otras. 

Los padres perciben que sus hijos pasan demasiado tiempo conectados, y los hijos consideran que el tiempo que dedican a sus dispositivos o las redes sociales, es el adecuado.

Los padres se quejan, pero ellos son los que les proporcionan los dispositivos y el acceso a la red. 

Entonces ¿quién tiene la solución? No es posible, ni permisible que los dispositivos electrónicos estén generando una gama de emociones entre los adolescentes.

Al no tener su dispositivo, el 44% de los adolescentes experimentan ansiedad. No se vale, y el problema es que esta cifra va en un crescendo imparable. 

Estamos de acuerdo en que las herramientas digitales facilitan las tareas escolares. Los esfuerzos conjuntos de padres y adolescentes son esenciales para abordar eficazmente el tiempo frente a la pantalla, buscando un equilibrio saludable en un mundo cada vez más digitalizado. 

No olvidemos que todos hemos crecido en una sociedad de conductas aprendidas. Hacemos lo que nuestros padres hacían.

No podemos prohibir el fumar cuando nosotros lo hacemos, y por ende, si mis hijos me ven pegado a la pantalla de un celular, querrán hacer lo mismo y no tenemos cara con que revertir el planteamiento. 

Para ello más tiempo de lectura física, pasar tiempo frente a un lienzo pintando, frente a un instrumento musical, y así poder generar con hechos el que la pantalla del dispositivo no lo es todo. 

Me resta habilidades sociales que necesitaré tener en algún momento de la vida. No es lo mismo un amigo de Facebook que un amigo real, que conozco en persona y con el cual puedo convivir de manera directa.

La solución la tienen los padres, así que pongamos manos a la obra y que la flojera no nos gane. Hasta la próxima semana.

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