Nuevo glosario de términos políticos

Los mexicanos tenemos un dispositivo de traducción incorporado al cerebro...

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Nota para lectores extranjeros: los mexicanos tenemos un dispositivo de traducción incorporado al cerebro que se ha perfeccionado tras sexenios y sexenios de leer declaraciones en los medios, es decir, transcripciones o de boletines, o de cámaras, grabadoras —antes— y celulares —ahora— prendidos en las ruedas de prensa.

Está el léxico propio del sexenio que agoniza, reconocible por esa tesitura político-policial cuyos orígenes no hace falta explicar: el sexenio de Odebrecht, los gobernadores, la casa blanca, La estafa maestra, y las que se acumulen.

Cuando escuchas o lees “Se activaron los protocolos”, por ejemplo, sabes que alguien murió por un caso extremo de negligencia y/o corrupción (socavones) o de violencia descarada, abierta, del narco. También sabemos que “No se descarta ninguna línea de investigación” significa “No tenemos una sola pista, pero confiamos en que la videocámara del OXXO de junto haya captado algo”, y que “Se abrió una carpeta de investigación” se traduce como “Métanlo al Reclusorio Oriente y luego vemos la manera de armar un caso”. Y sabemos asimismo que “Abrir una carpeta de investigación” es el preámbulo a “_______ (aquí viene el nombre de alguna agencia de investigación o corporación policiaca) decidió reclasificar el caso de _______ (nombre de un gobernador o figura sindical)”, es decir, a la liberación de algún personaje excepcionalmente impopular por la manera en que se pasó de lanza.

Casos recientes de “reclasificación” serían los de Elba Esther, libre tras cinco años de encierro a pesar de las bolsas Vuitton, y de Neiman Marcus, y de las Hummer, y de que Forbes dijo que era una de las 10 personas más corruptas de México, como si faltara competencia, y de que nadie sabe qué pasó con mil y pico millones de pesos recibidos de la SEP cuando era lideresa del SNTE o, por increíble que parezca, el de Javier Duarte. Porque sí, la PGR ya anunció que su caso se “reclasifica”, o sea, que lo de Javidú siempre no era “crimen organizado”, sino “asociación delictuosa”, lo que significa que puede “seguir el proceso en libertad” (otro mantra del sexenio que termina), pese a que el “daño al erario” (ídem) que se le “imputa” (reídem) es de unos 3 mil milloncitos.

Ahora, los compañeros de los medios tendrán que acostumbrarse a una nueva terminología, la de la Cuarta Transformación, que se enriquecerá con los meses y los años pero que ya ha dejado algunos ejemplos. “Nacionalista” o “patriota”, formas breves de “Lleva años oponiéndose a las reformas neoliberales”, corresponden a una nueva taxonomía del priismo setentero y ochentero, el de Ovalle y Bartlett. Luego tenemos, claro, el neojuarismo de “austeridad republicana”, que significa “En Palacio Nacional va a estar _______ (aquí viene el apellido de un funcionario con salario recortado), que va a concentrar en su oficina el trabajo que antes se hacía en Gobernación, Relaciones Exteriores, la SEP, Sagarpa, Secretaría de Cultura, Hacienda y Economía”, porque “hay que ahorrar”. Y tenemos, sobre todo, el también neojuarista “Nadie está por encima de la ley”, que significa: “Bueno, sí, está libre, pero al menos no le voy a ofrecer chamba”.

Continuaremos con este asunto. Mientras, “Viva México”.

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