|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Los dictadores siempre necesitan enemigos, su permanencia en el poder se basa en un estado de guerra o sitio. Una circunstancia normal no justifica permanencia de un gobierno. En casos extremos se ha justificado una reelección extemporánea como la que llevó a su tercer mandato a Franklin Delano Roosevelt durante la recuperación de la crisis del Crack de 1929. A pesar de que, sería ridículo comparar al Gigante FDR con Maduro, durante la implementación de sus políticas de emergencia por el salvaje desempleo fue acusado en infinidad de ocasiones de prácticas dictatoriales y déspotas, acciones que justificaba por el estado de emergencia. El método de generar situaciones de crisis para desviar la atención o para justificar una dictadura es muy trillado. Hitler lo usó siempre, desde su ascensión al poder declaró un estado de facto a causa del incendio del Reichstag que muchos dicen fue orquestado por él mismo hasta la invasión a Polonia donde orquestó un ataque a una estación fronteriza de radio para justificar lo injustificable.

Fidel Castro basó su larguísimo reinado con una perenne belicosidad con el “Imperialismo” y toda la vida mantuvo a su pueblo en estado de alerta militar por una teórica invasión inminente. Recuerdo una noche haber pernoctado con mi padre en casa de mi abuela aterrorizado por los reportes de posibles bombardeos norteamericanos. Mi madre recién llegada de un viaje escuchó los cuentos estupefacta y nos platicó de las risas que causaba en el mundo libre esa paranoia por rutinarios ejercicios militares que el ejército norteamericano llevaba a cabo desde 1950 anualmente. Así, cada vez que había un acercamiento que amenazaba con normalizar relaciones, Castro I se esmeraba en sabotearlo temeroso que le quitaran el cuento y volvía a crear el Frankenstein de la invasión norteamericana que, desde 1959 nunca sucedió, ni siquiera durante Bahía de Cochinos pues no fueron norteamericanos los invasores sino cubanos demócratas.

Este fin de semana el ridículo Nicolás Maduro fue víctima u orquestó un atentado con drones a gran altura. Muy sospechoso que no haya sido en picado el vuelo del artilugio. No es difícil para un piloto avezado hacer algo más efectivo. Los petardos le han venido como anillo al dedo al dictadorzuelo que presto se encaminó a encrudecer la represión sobre opositores en una mar de palabras triunfalistas de unciones celestiales y de protecciones divinas. La creación de enemigos por doquier de nuevo le apuntala en el poder vitalicio que tan ignorantemente le ha concedido su pueblo. Este atentado lo impulsará ante el éxito obtenido a inventar cuanta agresión nacional se le ocurra. En una país selvático y rodeado de naciones que le detestan por la crisis regional que ha generado el desastroso experimento chavista no es difícil teatralizar agresiones de guerrilla, asesinatos de políticos y cuanta cosa le venga en mente. Ya se ha creado un enemigo o un ejército de ellos y los ha tildado de terroristas, no le podría ir mejor.

Lo más leído

skeleton





skeleton