Las caravanas de inmigrantes, un chantaje desmedido

No podemos ser indolentes con la difícil situación que se vive en Centroamérica

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No podemos ser indolentes con la difícil situación que se vive en Centroamérica, la violencia de bandas criminales, el desempleo, la galopante inflación y la corrupción hacen un infierno la vida en esos países. Acá no andamos tan mal, pero tampoco tan bien como para ingresar en la sociedad a decenas de miles de personas necesitadas de lo más elemental. México está en pleno cambio (para bien o para mal), en efecto, estamos necesitados de miles de inmigrantes pero que aporten a la sociedad de inmediato, mano de obra calificada: médicos, ingenieros, trabajadores especializados en construcción y agricultores con experiencia. Mientras no tengamos las necesidades de profesionistas 100% cubierta en todas las regiones de México es absurdo que caigamos en el aislacionismo de Trump, el robo de cerebros es una frase villanizada pero nos vendrían de lujo unos 250 mil médicos generales más y si vienen deseosos de que se les reconozca su trabajo y a sentirse útiles pues mejor. Sin embargo, no podemos caer en una espiral de beneficencia cuando millones de personas de nuestro propio país están sumidas en un abandono total de lo más básico. No podemos ayudar a otros cuando nos estamos ahogando nosotros mismos.

Las caravanas de inmigrantes son un movimiento impulsado por líderes de facto de las comunidades que aprovechan el beneficio de los grandes números para lograr lo que quieren. En este caso se trata de verdaderas invasiones que violan las leyes migratorias que son tan duras con otras nacionalidades como los haitianos esparcidos por la frontera norte o los cubanos huyendo de la tiranía castrista. La permisividad con estos grupos denota la impotencia que causa este movimiento al verse el Estado Mexicano rebasado en su capacidad de repeler esta invasión. Por otro lado, los norteamericanos efectivamente sí repelen con los medios necesarios este abuso y entonces se les tilda de abusivos y racistas. Ninguna nación de la tierra debe tolerar que sus fronteras sean violadas, en dependencia de las condiciones económicas y sociales que existan se pueden conceder asilos, pero jamás un permiso de paso como si México fuera un puente. Mientras tanto, la prensa se calla y apologiza esta barbarie con documentales sobre el tren “la bestia”, sin hacer mención a las hordas de delincuentes que se mezclan con los emigrantes y la delincuencia que este tránsito ocasiona de por sí. Donald Trump lleva años amenazando con el muro y como quien no quiere la cosa no lo ha hecho. Lentamente la opinión al respecto se ha ido moderando pues el grueso de los emigrantes ilegales que hoy cruzan no son mexicanos sino sudamericanos que usan a México de paso, pero si este tema sigue así no le va a quedar más remedio que levantarlo. Y nos veo a nosotros levantando otro en la frontera sur. México no puede seguir siendo un pasillo y cada vez la situación se podrá peor, cuando explote Venezuela se multiplicará el flujo sin límites.

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