El enemigo interno

En las redes sociales todos estamos expuestos, más cuando se trata de política.

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En las redes sociales todos estamos expuestos, más cuando se trata de política. No hay opinión, por inocente que parezca, que no sea objeto del escrutinio y la denostación por parte del bando contrario, situación que a la larga termina por enemistar a los usuarios y encerrarlos en una burbuja que tergiversa la realidad.

Sea elección federal o local, las pasiones que ha desatado el proceso de este año superan incluso a la politización de 2012, y con el poder casi imbatible de las redes sociales, este encono está mucho más allá de lo que se podría soportar. Entre los antes ‘amigos de internet’ ya no se tiene la capacidad para respetar la opinión distinta sobre un mismo problema, hoy se exige alienarse con fe y ceguera mental, ya sea con el mesías, el gallito, el gris o el cavernícola, pues desde el punto de vida catastrófico con que se vende el escenario post electoral, no existen las medias tintas ni las propias ideas.

Tristemente, gran parte del problema social que produjo, crea y generará esta elección, es responsabilidad de los ciudadanos dentro y fuera de línea, pues en ningún escenario nos hemos sabido comportar políticamente: demandamos soluciones a problemas creados por nuestra incapacidad para saber elegir. Damos el poder al primer “troll” que nos hace reír; regalamos ‘me gusta’ a las noticias falsas con todo y que sabemos que lo son, porque hablan mal de quien nos cae de la patada… fuimos todo, menos ciudadanos.

¿Cuántas veces nos detenemos a leer la información que surge en nuestras redes sociales? Nos quedamos con el titular, pensado para atraer al público al sensacionalismo, hacia el clic fácil que ayuda a vender una página porque ellos saben que eso es precisamente lo que queremos, más en tiempos electorales. ¿Cuántos usuarios cayeron en el cuento chino que Sanborns cerrarías tiendas ‘por ya sabes quién’? Demasiados: compartieron a diestra y siniestra el ‘comunicado’ aún cuando, con sólo una simple leía, es fácil notar que era un bulo, una #fakenews.

Somos ciegos ante nuestros propios miedos y nos encanta propagarlos con tal de subirnos al trending topic del día. Cuando el @Dr_Neri_Vela cayó víctima de la arrogancia y denostó a @EugenioDerbez por diferencias políticas, el gran público le aplaudió y comparó a toda la farándula con una yunta de mulas por no apoyar a cierto candidato puntero, pero cuando @belindapop salió con su tweetazo en apoyo del aludido aspirante, el mismo público que le tiró tierra al comediante, de repente y mágicamente lanzó loas a la cantante. La incongruencia es obvia y no es culpa de “ya sabemos quién”, sino nuestra, por dejarnos conducir por la pasión y no por la razón, es misma que aseguramos tener por ser “ciudadanos digitales”.

Votar no es tan sencillo como dar ‘likes’ en Facebook. Nuestro comportamiento digital en este proceso electoral evidencia cuán poca capacidad de análisis tenemos. Dejamos que las #fakewnews nos guíen a las urnas, porque es más sencillo sufragar basados en los prejuicios y filias, que tratar de entender las complejidades de cada postura política.

En muchas formas, en esta elección estamos actuando como cuando un amigo le da ‘me divierte’ a nuestras publicaciones: damos por hecho que se está burlando de nosotros por no elegir la reacción que nosotros queremos. No nos importa que haya diversos emoticones para escoger ni distintas lecturas a una misma situación, a fuerza queremos que todos usen el emoticón que nosotros pensamos es el apropiado.

 

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