El síndrome Zedillo

No entender las señales de los últimos días pudiera significarles quedar mal parados.

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Los políticos de Quintana Roo, en caso de no estar siendo adecuadamente “coucheados” desde el centro, deben ser muy cuidadosos en su desempeño y hasta en sus expresiones, pues no entender las señales de los últimos días pudiera significarles quedar mal parados luego del 1 de julio, ya sea que sus astros estén alineados con los del ganador o que despierten el lunes 2 siendo oposición.

La defensa de Ricardo Anaya Cortés luego de que circuló en redes un video que exhibe conversaciones sobre truculentos dineros con Juan Barreiro consistente en acusar al presidente Enrique Peña Nieto fue evidentemente un recurso más de la guerra sucia de todos contra todos, pero podría no estar muy lejos de la realidad.

A mediados de abril en Europa, con la aparente intención de proteger e impulsar las inversiones del Viejo Continente en nuestro país, el mandatario mexicano, al reunirse con los empresarios que conforman la Confederación Patronal Neerlandesa, ante quienes destacó que, con la renovación del marco normativo de su comercio internacional, se reafirma la ruta y esta vocación que México tiene, de ser un país abierto al mundo, dispuesto a competir con empresas de otras partes, de permitir que esas empresas produzcan e inviertan, el mensaje principal que lanzó a la iniciativa privada ultramarina fue en realidad que de ganar Andrés Manuel López Obrador la presidencia el 1 de julio no hay nada que temer, la propiedad privada estará a salvo y las firmas extranjeras podrán operar con toda tranquilidad e, incluso, con el apoyo gubernamental que ahora tienen. Dio a entender que habría que descartar una “venezolanización” de la economía y la política mexicanas.

A finales del siglo pasado, por una curiosa mezcla de poca pasión priista con un realismo neoliberal de lo más crudo, el destacado economista Ernesto Zedillo Ponce de León consideró que era más conveniente para el país entregar las llaves de Los Pinos a un muy carismático y avanzado Vicente Fox Quesada para que se diera la primera transición política en el México posrevolucionario.

Lo más probableses que Peña Nieto haya puesto como candidato a José Antonio Meade Kuribreña, un hombre muy capaz que haría un buen papel pero carente de capacidades electorales, en vez de Miguel Ángel Osorio Chong, un político de largo y retorcido colmillo que lo doblaba en aceptación popular, precisamente con la misma intención con que Zedillo se decantó por Francisco Labastida Ochoa. No es que al principio se haya dado un pacto como el que señala Anaya, pero no es de descartar que el presidente y el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia recientemente se hayan puesto de acuerdo para facilitar una transición tersa hacia la izquierda –o como se llame lo que representa Andrés Manuel–; si la moneda de cambio fue la impunidad o si se trató de evitarle al país una convulsión poselectoral, no es fácil de dilucidar pero no es tan relevante.

Por otro lado, dado que el pacto del gobierno peñista con el alto empresariado fue en su tiempo una condición sine que non para la colocación del de Atlacomulco en la silla presidencial, es muy significativo lo que digan y hagan los magnates mexicanos, que en dos elecciones presidenciales fueron determinantes para frustrar el triunfo de López Obrador. El “lime” de asperezas de esta semana dejó de lado expresiones que de tan repetidas ya forman parte del léxico político mexicano, como la “mafia del poder” y el “peligro para México”, tal como lo hiciera en Holanda Enrique Peña.

El gobernador Carlos Joaquín González será un mandatario emanado de la oposición panista-perredista que será probablemente la menos débil contra Andrés López, por lo que su postura de aparente distancia del proceso electoral ha sido lo más sano: no querrá tener un presidente demasiado hostil. Especialmente importante fue no bregar por su virtual correligionario José Luis Toledo Medina en su afán de gobernar Cancún ni atacar a la candidata de López Obrador a encabezar el Ayuntamiento de Benito Juárez.

Los aspirantes de Juntos Haremos Historia o, en donde no hay coalición, los candidatos de los tres partidos tendrán que asumir el tono menos agresivo de su jefe político si quieren contar con el apapacho, la foto que les permita beneficiarse del efecto AMLO y en particular, por el momentum, que su visita el martes 13 a Chetumal sea de buenaventura y no de mala pata.

Lo mismo cuenta para Laura Beristáin Navarrete en Playa del Carmen, pues su único argumento para gobernar Solidaridad se llama Andrés Manuel López Obrador y vaya que buenos quemones se ha puesto su familia por el rechazo de la gente, sobre todo por parte de la militancia de Morena que se sintió desplazada con su postulación.

Tácito o signado con un apretón de manos, no importa: sí hay acuerdo Peña-AMLO, lo que pase en estas tres semanas a nivel nacional no será ya tan relevante: si de dignificar la derrota se trata, Meade va muy bien: trabaja, mantiene un discurso inteligente, sereno y no pierde la cabeza, al contrario de Anaya, que se ve desesperado y, desde luego, se nota que no lo invitaron a la fiesta en lo oscurito.

 

 

La dicha inicua

 

Playa del Carmen no solo no es la excepción, sino incluso un extrapolación: si bien López Obrador ha ganado siempre y holgadamente sus votaciones en Quintana Roo, la cabecera municipal de Solidaridad y la capital estatal Chetumal se han peleado siempre por ser la localidad más “pejista” del estado.

Queda claro que cualquiera que quiera vencer a Morena solo tiene un camino: buscar el voto cruzado, tener la habilidad de deslizar el tema entre el electorado sin que parezca excesivamente pragmático, vestir la invitación a jugarle chueco al mesías de capacidad de brindar un mejor gobierno.

No cabe duda que Cristina Torres Gómez es una gobernante que incluso en el período recortado que le tocó se ha ganado el aprecio de la población, en especial de la más menesterosa. No sin yerros, claro, pero ha sido además una buena administradora de los nada despreciables recursos propios del municipio y las personas la perciben como hecha de una materia muy distinta a esos pachás que han llegado al poder solo para enriquecerse de manera exultante. Sigue en el ánimo de muchos playenses el histórico triunfo de 2016 que se dio en paralelo con el de Carlos Joaquín –que por cierto le tiene especial afecto– a nivel estatal: nunca había perdido el PRI en Quintana Roo ni e Solidaridad.

Pero hay una realidad: a pesar de que su adversaria Laura Beristáin Navarrete no es precisamente muy bien percibida y ha concitado el odio de la izquierda morenista, la ola AMLO esta vez es tan poderosa que la tiene en la pelea y por momentos un poco arriba.

Martín de la Cruz Gómez, el líder croquista que como abanderado de la coalición PRI-Verde-Panal es el tercero en discordia, no anda muy lejos que digamos: si se quiere con estilo jurásico, pero es un líder muy inteligente y efectivo que ha dedicado su vida a darle mantenimiento a una estructura estilo las glorias de la Revolución Mexicana, que a la hora de las votaciones suele ser mortífera. ¿A quién le restará votos Martín, a Cristina o a Laura? Tampoco es descartable como prospecto a celebrar en la Plaza 28 de Julio la noche del 1 del mismo mes.

Ahí, en Playa, la cosa se pone buena.

 

Helada madrina

 

Aceptar la invitación de Niurka Sáliva Benítez para coordinar su campaña por el PES hacia la alcaldía cancunense sería para el malogrado candidato de la coalición Por Quintana Roo al Frente por lo menos inútil. No podemos calcular qué tan perjudicial, pero bueno, no.

Será muy difícil que sepamos, aparte del criterio sucinto del magistrado ponente Indalfer Infante Gonzales, los verdaderos considerandos jurídicos que hubiera podido tener la postulación o no postulación de José Luis “Chanito” Toledo Medina a la presidencia municipal de Benito Juárez, pues la Sala Superior del Tepfj tuvo que resolver nada más y nada menos que 64 juicios en una sesión, y la verdad es que solo le dedicó tiempo razonable a los sonados asuntos de Miguel Ángel Mancera y Napoleón Gómez Urrutia.

La sesión en realidad fue para desahogar y, con excepción del magistrado José Luis Vargas Valdez, que usó la palabra para defender al actor y votó en contra de la confirmación de la sentencia de la Sala Regional Xalapa, la verdad se notó que la magistrada presidenta Janine Otálora Malassis construyó un acuerdo extrajudicial para que todo se expeditara y quedara al criterio del responsable de las cuentas en bloque.

Eso no quiere decir que no se valga. Lo que sucedió tiene peso similar al de la ley. Fue una circunstancia desafortunada para Chanito, sí, pero tampoco sabremos –ni siquiera tenemos una buena suposición– qué habría pasado si el tema se hubiese discutido a fondo y en extenso. No hay ilegalidad.

De lo que no debe quedarle duda a nadie es de que las sentencias del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación son definitivas e inatacables. A José Luis Toledo le sobra vida y después de una lucha notable deberá pensar en el futuro con la frente en alto y la cabeza muy fría.

 

Homúnculos

 

El presidente de la Gran Comisión de la XV Legislatura local, Eduardo Martínez Arcila, fue acusado por Marybel Villegas Canché, aspirante a senadora por Juntos Haremos Historia, de ordeñar el presupuesto del congreso al realizar procedimientos de contratación ficticios. En 2017 –dio a conocer la candidata– fue autorizado un incremento de más de 100 millones de pesos que superan los de los presupuestos de 2014 a 2016, que corresponden a la legislatura anterior. De esos cien millones de pesos, según la acusación, el congreso no ha informado en qué fueron invertidos, porque el Poder Legislativo no construye escuelas, no pavimenta calles, ni compra insumos médicos. Lo más revelador es que mientras cada tribuno de Yucatán cuesta 7.5 millones de pesos, de Campeche 5.2, de Puebla 3.5 millones, los chicos de Punta Estrella importan al erario 17.4 millones de pesos anuales. ¿Estarán muy guapos?

 

 

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