La lluvia ácida
Los niveles de deterioro del ambiente que estamos alcanzando nos están llevando a resentir diversos fenómenos
Los niveles de deterioro del ambiente que estamos alcanzando nos están llevando a resentir diversos fenómenos de contaminación y, a medida que incrementamos nuestras acciones contra la naturaleza, comenzamos a resentir varios efectos, que nos hacen daño en diversas formas. Uno de los factores climáticos que ya estamos resintiendo es la llamada lluvia ácida, que es uno de los resultados de la contaminación del aire, que denota los cambios en el medio ambiente a partir del agua de las nubes, ya que éstas adquieren diferencias por las partículas emanadas de distintos tipos de ácidos.
Esta condición climática es una de las consecuencias dejadas por la contaminación derivada de efectos del combustible una vez que se quema y también de los efectos de distintos productos químicos que se liberan al aire constantemente en distintas actividades del hombre. Asimismo, del humo emanado de las fábricas y el que proviene de los incendios, sin olvidar el de los automóviles, pues todos contienen partículas grisáceas, las cuales son fácilmente visibles, aunque también se incluyen gases invisibles que son los más perjudiciales. Centrales eléctricas, fábricas, maquinarias y coches son los principales responsables de generar la lluvia ácida, dado que son productores de gases contaminantes, como el óxido de nitrógeno y el dióxido de azufre. Cada uno de estos gases hace reacción al estar en contacto con la humedad del aire, transformándose en ácido sulfúrico, ácido nítrico y ácido clorhídrico. Cuando la lluvia que provoca este tipo de nubes trae consigo moléculas de ácido se le llama “lluvia ácida”. La acidez, al igual que en cualquier sustancia química, se mide a partir de la escala del pH, en estos casos se sabe que la lluvia en condiciones normales es ligeramente ácida; pero si se mezcla con gases invisibles y partículas grises, el resultado se intensifica, ampliando el grado de contaminación. De igual modo, se van conformando sustancias contaminantes secundarias como el vapor de ácido nítrico, las gotas de ácido sulfúrico y moléculas de sulfatos y nitratos, compuestos que terminan regresando al ciclo de tres maneras: como lluvia, como niebla ácida o como nubes de vapor.
Actuemos hoy
La humanidad vive confiada en que los recursos naturales son infinitos, pero estamos en déficit “planetario” porque utilizamos un 50% más de lo que la tierra puede darnos. El futuro es desalentador si no se cambia de rumbo, más si pensamos que para 2050 una población de 9 mil millones requerirá alimentos, energía, vivienda y agua junto a la convivencia con el resto de los seres vivos del planeta… La situación se pone color hormiga. Somos una población numerosa que está en franco crecimiento y a medida que se va incrementando la calidad de vida (en unos pocos) se crea más presión sobre los bosques, la sobre pesca se hace presente, contaminamos ríos y lagos, deforestamos, generamos contaminación y ni qué decir del grueso de la población, pobres que deben sobrevivir y harán lo que el instinto les ordene.
Podríamos asegurar la convivencia de los 9 ó 10 mil millones de habitantes para el año 2050 si es que sin falta y de manera rápida logramos no arrasar con más bosques y potenciar las explotaciones forestales certificadas (unos 6,000 metros cuadrados de bosque tropical desaparecen cada segundo); optimizar el agua para consumo humano, industrial, agrícola, pecuario, minero, entre otros; si logramos también elevar los rendimientos en la agricultura sin aumentar su huella ecológica; reducir la generación de sustancias contaminantes y peligrosas para darles el uso, almacenamiento, tratamiento y disposición final adecuados; habilitar las tierras que están degradadas o afectadas por la erosión para evitar la apertura de nuevos terrenos agropecuarios; reducir el consumo de energía en todos los escenarios valiéndonos de la optimización en su uso, la educación, el desarrollo tecnológico que favorezca a esa disminución; preservar la salud de los océanos dejando de convertirlos en vertederos de desechos y aprovechar con sostenibilidad los recursos que nos brindan y educar a la población, ya que de otro modo es una utopía pretender dar solución a los problemas que se agravan.
La educación como base del cambio debe ser agendada como prioridad mundial. Este es el momento de comenzar porque nos tomará tiempo diseñar y aplicar una nueva “ingeniería de modo de vida”.