Sin ayuda contra el sargazo

Con una raquítica ayuda de un par de barquitos destartalados que llegarán probablemente...

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Con una raquítica ayuda de un par de barquitos destartalados que llegarán probablemente cuando el sargassum bacciferum ya esté extinto en la Tierra y los humanos prefieran vacacionar en Marte en vez del Caribe, responde la Federación a la severa emergencia por la llegada del sargazo a nuestras playas.

Mientras, autoridades y actores de la industria turística y del medio ambiente de 12 países se reunían cerca de Cancún en busca de soluciones. Ayer volvió a decirlo Andrés Manuel López Obrador en su conferencia de prensa matutina: no se trata de un problema ni mucho menos de una emergencia y –muy al estilo de Vicente Fox, cuando en 2000 prometió pacificar a Chiapas en 15 minutos– insistió en que la solución está al alcance de la mano, así: en un tris.

El problema para Quintana Roo es muy serio, pues amén de los recortes en la mayoría de los rubros que aplicó en el presupuesto 2019 el gobierno federal, en la lucha contra la invasión del alga tendrá que rascarse con sus propias uñas, pues Andrés López suele tomar decisiones y asumir posturas como ocurrencias, pero es terco y porfiado: nunca echa marcha atrás ni da su brazo a torcer, aun teniendo la evidencia bajo las narices.

A la cumbre caribeña emergente sobre el sargazo el gobierno federal no envió ni a un funcionario de medio pelo de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales ni de la de Turismo, sectores de obvio interés en el tema, que sin duda es medioambiental –se prevé una crisis sanitaria por la disposición de la planta que, como todo organismo, se pudre al terminar su ciclo de vida–, y turístico –será inevitable la caída de visitantes por lo nada atractivas que resultan las playas cubiertas de algas pestilentes–.

El Encuentro de Alto Nivel para la Atención del Sargazo en el Gran Caribe fue encabezado por investigadores de la Universidad del Sur de Mississippi y de la UNAM, así como la secretaria general de la Asociación de Estados del Caribe (AEC), June Soomer. Los representantes de los 13 países, incluido México –léase: Quintana Roo–, propusieron este jueves plantear la problemática del sargazo en el Caribe ante la Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático. El nivel de la reunión, a la que el gobierno estatal sí le prestó máximo interés, fue muy elevado.

Pero a Quintana Roo el presidente le dice: “¿Saben contar? Pues no cuenten conmigo”, y eso no va a cambiar: tendremos a la Marina con su triste par de barquitos dando vueltas como viruelas locas por nuestras extensas costas de 900 kilómetros, y eso será todo. López Obrador está encargando todos los asuntos del país a las fuerzas armadas aunque, como en este caso, no tengan el menor conocimiento en la materia.

Por supuesto no habrá queja por parte del estado por este yerro de la federación, pues el sargazo no es ni con mucho el tema más importante y la colaboración sostenida del gobernador Carlos Joaquín González con el presidente de México es en extremo valiosa en casi todos los rubros, entre los que destaca el de la seguridad. La fiesta tiene que seguir en paz.

En el caso del sargazo, queda claro, las autoridades estatales, las municipales y la iniciativa privada habrán de realizar un esfuerzo más que extraordinario para resolver el “no-problema” –según está conceptuado el tema por el primer mandatario de la república–, aunque, como dijimos arriba, se abre la oportunidad de ayuda internacional con la fuerza de la comunidad de países del Gran Caribe, muchos de ellos aún protectorados o asociados con potencias europeas, verbigracia nuestro vecino de frontera y cuenca Belice, cuya jefa de Estado es la reina Isabel II de Reino Unido. Habrá voces relevantes en la quijotesca empresa.

Será menester buscar por el mundo, porque desde la Ciudad de México no cabe esperar nada.

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