"Spy, una espía despistada": absurda y divertida

Susan (McCarthy), una cuarentona con sobrepeso que funge como apoyo logístico de los agentes.

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No es un filme al cual pedirle un libreto inteligente, sino todo lo contrario. (Redacción/SIPSE)
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Rafael R. Deustúa

Desde que con James Bond se inventó el género cinematográfico de espías llegaron las parodias y medio siglo después hay sátiras de esas parodias, por ello es meritorio cuando alguien logra contar el chiste de siempre de una nueva manera, como lo hace Paul Feig en “Spy, una espía despistada”, aunque casi le roben el protagonismo a su estrella Melissa McCarthy.

La CIA está en problemas luego de que una villana no sólo disparara a su mejor agente, sino que les anunciara que conoce los rostros de todos su espías. En su desesperación recurren a Susan (McCarthy), una cuarentona con sobrepeso que funge como apoyo logístico de los agentes desde su computadora, para enviarla a perseguir a la villana y detener la venta de una bomba atómica en miniatura a los terroristas.

Feig, también guionista del filme, se delata como buen fanático de las cintas de espías al dar un buen trasfondo y muchos guiños al cine clásico de espías y sus primeras parodias, por ejemplo: El personaje de Jason Statham, Rick Ford, es un homenaje al Inspector Clouseau de Peter Sellers en “La pantera rosa”, tan bueno que se convierte en una amenaza para McCarthy pues Statham se burla de sus estereotipos con enorme gracia.

Pero Statham no es el único. El director rodeó a su estrella, con quién trabajó en “Damas en Guerra” y “Armadas y Peligrosas”, de un buen reparto que fortificara a su personaje y le ayudaran en la interacción humorística, además de llenar los clichés necesarios del género, como los super agentes y las mujeres fatales; la estrategia logra su cometido, pero McCarthy apenas mantiene el protagonismo pues en varios momentos le roban cámara. Rose Byrne, Jude Law y Miranda Hart son algunos de esos pesos pesados.

El humor se divide entre el físico, de golpe y porrazo con el hablado, aprovechando el enorme talento para el sarcasmo de McCarthy y Feig logra manejar un buen ritmo en ambos a base de edición. De lo que abusa un tanto, fascinado con su propia historia, es de la longitud de la cinta y la alarga demasiado, pudo ser una excelente película de hora y media.

No es un filme al cual pedirle un libreto inteligente, sino todo lo contrario: es para disfrutar el absurdo y de esa manera se pasa un excelente rato.

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