Pérdidas de vuelos, retrasos en la llegada de insumos para la atención de turistas y un malestar generalizado son solo algunos de los efectos del socavón, abierto sobre la carretera federal Playa del Carmen-Cancún, que  desde su registro solo ha recibido largas por parte del gobierno federal.

Se trata de un problema que se recrudeció desde hace cinco meses. A pesar de ello, hasta el momento no ha habido una solución clara, mientras los embotellamientos vehiculares son cosa de todos los días, provocando en ocasiones filas de hasta cinco kilómetros de largo y un retraso en el tráfico de más de dos horas.

Es así como la temporada vacacional de verano, la más esperada tanto por empresarios como por miles de trabajadores, se ve empañada por un problema cuya solución avanza de lo más lento.

La pandemia del Covid-19 obligó a vaciar los hoteles para frenar los contagios, una medida que duró por meses con sus consecuentes impactos en la economía no solo de la región sino también directamente en el seno de las familias.

Ahora que existe una recuperación gradual con un promedio de ocupación hotelera que alcanza el 60%, de 47 mil cuartos de hotel, solo en la Riviera Maya, la falta de celeridad de las dependencias del gobierno federal solo generan mayor incertidumbre.

“La falta de acción para remediar esta falla ha generado malestar entre residentes y turistas, y preocupa aún más en vista del inicio de obras del cuestionado Tren Maya. Una carretera tan importante y sin opciones sigue colapsada con daño en la experiencia y de la calidad de vida de los usuarios”, lamentó Andrea Lotito, vicepresidente de la Asociación de Hoteles de la Riviera Maya. 

Fabiola Vélez López, presidente de la Asociación de Pequeños Hoteles del Centro de Playa del Carmen, sostuvo que por ahora las principales afectaciones son que los proveedores no llegan a tiempo para proporcionar los insumos de atención a los turistas en los centros de hospedaje. 

Por su parte, Lenin Amaro Betancort, presidente del Consejo Coordinador Empresarial de la Riviera Maya, sostuvo que es importante y urgente que el gobierno y sus dependencias, brinden una campaña de información sobre la situación que guarda la carretera federal, a fin de que los turistas sus precauciones. 

La carretera estaba a manos de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y recientemente transferido al Fondo Nacional de Fomento al Turismo que, en la teoría, debe ejecutar los trabajos de reparación, sin embargo, esta se sumó otra dependencia: la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano.

El antecedente más remoto data en agosto de 2015, cuando en una madrugada la tierra se abrió llevándose con ella gran parte de la carretera. En aquella ocasión la zona fue reparada superficialmente.

En febrero pasado, en el mismo punto, automovilistas reportaron una serie de grietas que atravesaron ambos carriles; días después ocurrió un hundimiento en la parte paralela oriente de la carretera y otro importante en medio de ambos carriles. 

Hoy en día, cruzar el kilómetro 307 es todo un reto. El fuerte malestar entre los choferes y sus acompañantes es el común denominador. Desde el interior de sus vehículos, en algunos casos, con gritos piden a los trabajadores celeridad.

A dos semanas de que el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) hiciera el anuncio sobre que en 60 días iría a quedar lista una vía alterna, los avances son poco evidentes y ni los trabajadores en el lugar tienen la certeza de concluir a tiempo. 

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