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Cada vez con mayor frecuencia escuchamos que la ciudadanía tiene mucha desconfianza de los partidos políticos; que el desencanto con la democracia electoral es un clima que se respira desde hace años en el país; que hay que pensar bien lo que vamos a hacer con el voto en unos meses. Y es que desde hace algunas semanas que los distintos partidos políticos dieron a conocer las listas de sus candidatos, solamente ha servido para aumentar el descontento existente entre la población en general, al darse cuenta que entre los “nominados” vuelven a aparecer los nombres de quienes se supone representan alguna fuerza electoral. 

Tal parece que los dirigentes de los partidos políticos no se dan cuenta de que ya no es posible seguir con el tradicional sistema de repartir los cargos de elección popular, para pagar favores o cuotas de poder, las cuales en su mayoría ya no existen, porque al final de cuenta los electores van a votar por quienes ellos decidan y no por quienes quieran sus líderes. El descontento con los partidos se da no sólo en la sociedad sino al interior de los propios partidos, particularmente cuando se trata de elegir a los candidatos a las distintas posiciones y más aún cuando se elaboran las listas de representación proporcional. 

Mucho deben hacer los partidos políticos para ganar legitimidad, pero podrían iniciar por elegir de mejor manera a sus representantes y no hablo solo de un partido en específico, sino de todos los existentes. Que ideología política o vocación de servicio puede tener por ejemplo una Maribel Villegas que ha cambiado de partido  cada vez que no obtiene alguna candidatura o un José Luis Toledo Medina que va por el mismo camino; casos como los anteriores han generado confusión y enojo de la población. Desafortunadamente los políticos están priorizando sus ambiciones y rivalidad en lugar de pensar en una idea común del desarrollo que el estado reclama ahora más que nunca.

En todos los partidos existen diferencias internas y externas en la selección de los candidatos y quienes no resultan elegidos están conspirando para provocar un efecto adverso en quien consideran su enemigo de partido. Lo real es que hay un desencanto ciudadano por las elecciones, los partidos y los políticos, de manera tal que la ausencia de elevados porcentajes de electores en las urnas, es una muestra clara del escaso valor que se le da a la democracia.

El proceso electoral más esperado ya arrancó y hay elementos nuevos que llevarán a resultados diferentes, como es la figura de candidaturas independientes, las cuales florecen debido a la opción constitucional, para que los ciudadanos que no quieren saber nada de los partidos se manifiesten a favor de opciones surgidas desde otro esquema. Lo óptimo es que desaparezca el desencanto por la democracia, los políticos y los partidos, bajo la premisa de que, los ciudadanos tienen en sus manos una credencial que les da derecho a presentarse en las urnas y votar por otra opción.

Hoy en día es más difícil ser político u ocupar un cargo público más visible, ¿por qué?, porque el costo que se puede llegar a pagar es muy elevado, por ejemplo, escarnio social, calumnias públicas, mala reputación o ser exhibido.

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