La educación ambiental

El pasado 26 de enero se conmemoró el Día Mundial de la Educación Ambiental...

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El pasado 26 de enero se conmemoró el Día Mundial de la Educación Ambiental, una educación muy ligada a las formas de vida y la relación con nuestro entorno, que cada día se vuelve más complicado entender. En la actualidad hablar de educación es hablar de transmitir conocimientos y experiencias relativos al respeto y cuidado del medio ambiente. Ya es necesario transitar de una educación a una cultura ambiental, donde se pueda no solo compartir conocimiento sino promover un cambio de conducta en esta relación.

La educación ambiental, entendida como educación para la sustentabilidad, se yergue sobre la base de un proyecto educativo comprometido con la mejora de las condiciones de vida de toda la humanidad. Su propósito fundamental es lograr que tanto los individuos como las colectividades comprendan la naturaleza compleja del medio ambiente (resultante de la interacción de sus diferentes aspectos: físicos, biológicos, sociales, culturales, económicos, etc.) y adquieran los conocimientos, los valores y las habilidades prácticas para participar responsable y eficazmente en la prevención y solución de los problemas ambientales y en la gestión de la calidad del medio ambiente.

Se necesita una nueva ética que abarque a todos los seres vivos para que las sociedades humanas vivan en armonía con la naturaleza, de la que dependen para su supervivencia y bienestar. Ante esto es importante ingresar a una cultura de la sustentabilidad que permita fomentar actitudes y comportamientos compatibles con una nueva ética. La educación ambiental resulta clave para comprender las relaciones existentes entre los sistemas naturales y sociales, así como para conseguir una percepción más clara de la importancia de los factores socioculturales en la génesis de los problemas ambientales. En esta línea, debe impulsar la adquisición de la conciencia, los valores y los comportamientos que favorezcan la participación efectiva de la población en el proceso de toma de decisiones.

La educación ambiental así entendida puede y debe ser un factor estratégico que incida en el modelo de desarrollo establecido para reorientarlo hacia la sostenibilidad y la equidad. Por lo tanto, la educación ambiental, más que limitarse a un aspecto concreto del proceso educativo, debe convertirse en una base privilegiada para elaborar un nuevo estilo de vida. Ha de ser una práctica educativa abierta a la vida social para que todos participen, según sus posibilidades, en la tarea compleja y solidaria de mejorar las relaciones entre la humanidad y su medio.

La sustentabilidad fuerte se asocia con la educación ambiental para la sustentabilidad, ya que incorpora en sus acciones condiciones para que la vida perdure y considera aspectos ambientales, sociales y políticos. Comprende contenidos referidos al equilibrio real entre las especies vivas y la utilización de los recursos, considera la satisfacción de las necesidades futuras de los otros con miras al desarrollo económico y enfatiza en el cuidado del medio ambiente al llevar a cabo cualquier actividad.

La sustentabilidad fuerte se vincula con la educación popular ambiental, la considera una propuesta transformadora que aporta elementos para un cambio de creencias, actitudes, hábitos, conocimientos y comportamientos que impacten de manera positiva en el ambiente y con ello favorecer una relación más amigable del ser humano con su medio.

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